La Editorial Adarve promotora del premio Hispania de novela histórica, concedió calidad de finalista a José Vilasuso en nuevo libro referente al Che Guevara.
La ocasión mueve a comentarios dado que TOCANTE AL CHE GUEVARA hasta la fecha el mundo editorial tanto español como estadounidense ha mantenido vigentes obras que si bien podemos calificar de profesionalmente aceptables, no es menos cierto que han carecido de la esperada objetividad. La figura de El Che puede enfocarse bajo diferentes ángulos y ello hace historia; en cambio no es aceptable en pleno siglo XXI la repetición de obras y autores reconocidos, pero cuya parcialidad no satisface a la audiencia del momento consciente de la realidad a que ha quedado reducido el ideario socialista marxista leninista al que se adscribe el recuerdo del comandante argentino. Ejemplos sobran.
Simplemente los tiempos cambian, y las circunstancias reales del pasado siglo, con sus revoluciones latinoamericanas reflejan experiencias, generaciones y épocas históricas cambiantes. Cada período temporal conlleva sus componentes. Hoy vivimos otras sociedades. Ejemplos como Corea del Norte, Cuba, y Venezuela no se ajustan a lo que sin eufemismos llamamos modernidad. Con sus luces y sombras. Nadie es perfecto.
Si al cumplirse medio siglo de la caída Guevara en Bolivia editoriales prestigiosas tanto españolas como norteamericanas, insisten en caminos trillados en referencia a Guevara. Ya era hora de saludar algún editor un poco audaz, dispuesto a ofrecer al mundo lector textos nuevos y diferentes al respecto. Mera puesta al día de circunstancias superadas. Editorial Adarve ha dado en el clavo, carta abierta; y ahora corresponde a ese gran público conocedor de títulos y autores de buena calificación editorial, abrir versiones diferentes de figuras como el Che. Simplemente ponerse en actualidad.
En retrospección. Las banderas, consignas, líderes que en el pasado siglo cautivaron multitudes de lectores por no citar autores bien dotados y críticos comprometidos. Tal vez llenaron una función, exponer una época, cometido del testigo ocular, y no sería ético restar méritos a sus aportaciones. Las hemos consultado y leído cuidadosamente, a conciencia. No ha sido tiempo perdido.
Sin embargo, tanto ha variado la pupila del ciudadano promedio, especialmente latinoamericano que, de proseguir ofreciéndole los clisés, discursos y estatuarias estacionados en aquellos tiempos, seremos algo responsables de decepciones y deserciones ideológicas que, fatalmente asoman en lontananza. Por no reafirmar que el liderato del Intelecto debe continuar descansando en la lectura aguda, veraz, rubricada por el autor de puntería. Misión editorial no negociable.
En el ínterin la historia no se detiene, parece como si contemplara sus capítulos a la distancia, descansada y sin prisa. La historia no se apasiona, espera. Se parece a un anciano reflexivo y de buena memoria sin perder pie ni pisada a los acontecimientos claves del diario vivir. El nombre de Ernesto Guevara ha llegado hasta hoy en pedestales no merecidos. Los hechos probatorios no por desconocidos, o pasados por alto editorialmente, dejan de ser hechos como palos. A la vista de quien lo desee comprobar. Léase a José Vilasuso Rivero, letrado auditor en los tribunales revolucionarios de La Cabaña que funcionaron desde enero hasta junio de 1959, HABANA, CUBA. No menos a Pedro Corzo en su más reciente título. Este soy yo, así como una sólida y bien documentada literatura en lengua portuguesa clamando por verse traducida al español. (Sobre todo esto último ¡paradógico!)
Estamos en horas de reflexión, dar cuenta, superar tanto despistes, como los resultados de toda improvisación. La historia no se improvisa ni apasiona, menos aún conjuga parcialidades, radicalismos, personajes o plumas de moda. Parcialidades, radicalismos, personajes o plumas de moda por igual publicitados en direcciones unas y contrarias. He ahí otro nudo gordiano del jeroglífico. Los apasionamientos y cegueras proliferaron tanto bajo las banderas favorables como adversas al comandante guerrillero.
Exageraciones, sumas de atrocidades elevadas al cubo, o pasadas por alto, equivalen a ligerezas paralelas, o paralelas ligerezas. Unas y otras han caído por propio peso, nadie se ha ocupado en denostarlas. Hoy no es posible reabrir volúmenes ditirámbicos, generalidades encorsetadas, pruebas producto de referencias, o citas de citas no por ello probatorias de lo que se desea probar.
Sin embargo se ha ignorado un testigo digno de todo crédito en la vida del comandante Ernesto Guevara, hablo de Xavier Arzuaga Lasagabáster, su capellán (ACASO Guevara tenia capellán) Igualmente imperdonable continuar omitiendo el nombre de María Werlau, o Hugh Thomas en toda referencia numérica a La Comisión Depuradora. Nadie ostenta el derecho a ignorar sus contribuciones, bajo los argumentos de su preferencia. En otras palabras a no hacer historia.
El nuevo milenio ofrece perspectivas propias, múltiples y cualquiera posee una computadora con las últimas noticias. La información al minuto provee herramientas útiles para orientaciones juiciosas a menor riesgo. Aquel anhelo de una sociedad igualitaria prepaga a precio alto en sangre, sudor y lágrimas, -denunciado por Albert Camus por los años cincuenta - no convence a los testigos de Stalin, Jruschov, Fidel, Chávez, Maduro, Raúl, Comandante Marcos, Kim IL Song, Che, con sus matices y coloraturas, por supuesto.
Pasando la página. Las oportunidades del mundo editorial experimentan transformaciones imposibles de pasar por alto.
Ciertamente los prestigios bien ganados no deben sufrir menoscabo. El poder de las firmas cumbres en la lengua de Cervantes no debe verse retado a ojos vista, pese a ciertos augurios que no son de nuestro agrado. Lo que hasta hoy se ha edificado en lengua castellana desde tiempos del rey Juan Segundo, o Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, simplemente no es negociable. Si bien, tampoco sería prudente ni justo menospreciar empresas editoriales loables como Adarve, quienes como en este caso llenan espacios de lectura que, por razones desconocidas, han quedado desiertos.
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