¡Ay, Cuba, por ti quiero llorar!. Por Marta M. Requeiro Dueñas.
Miles son las noticias desalentadores que a diario leo en diferentes medios. Mucho sigue siendo el sufrimiento de mi querido pueblo. Mucho el desasosiego, de mi gente. Por eso no hago más que preguntarme: a dónde fue a parar el sueño de la Revolución Cubana, a dónde sus metas, sus objetivos de un país igualitario, cuajado de valores humanos (como el respeto, por ejemplo). Y entonces, como siempre, me pregunto: ¿De qué sirvieron las concentraciones en La Plaza, los domingos de trabajos voluntarios, escuchar los extensos discursos que aún sospechando que eran parte de una bien montada "obra teatral" que servía paradójicamente de telón para otros propósitos, decidimos aceptar con la ingenua credulidad de que el cambio (para bien) estaba cerca?
Hoy leyendo la carta abierta que la coterránea activista opositora, Marta Beatriz Roque, dirige a La Unión Europea afirmando que la política del Gobierno cubano con respecto a los derechos humanos, "sigue sin estar alineada a los acuerdos internacionales de los que es signatario", vuelvo a querer llorar porque al parecer cada gestión que se hace cae al vacío. ¡Tantos años de revolución involutiva...! y todo en la isla, para el ciudadano común, está cada vez peor.
Viendo que la situación parece una burla al intelecto del cubano, que como zombi o autómata acepta sin protestar todo lo que sucede a su alrededor, me pregunto: por qué no resultan más los que denunciar el atropello que al parecer no tiene fin. ¿Es que se han acostumbrado? Hay que seguir intentándolo, eso jamás puede dejar de hacerse. Hay que seguir golpeando sobre esa roca dura en que se ha convertido el poder de los Castro con la esperanza que, así como el agua cuando es constante puede llegar a penetrar el más duro peñasco, el insistente llamado a que el cubano en su propia tierra tenga el derecho inalienable a ser tratado con decoro, llegue un día a ser realidad.
Toda protesta tiene que ser mayor desde afuera porque, desde afuera, tiene más posibilidades de escucharse mejor, más si el que arenga lo hace con sentido de causa y es más factible que se propague la queja sin sufrir la represión del que valientemente desde el archipiélago pretende alzar la voz, que con violencia le callan, por eso estamos desde el exilio doblemente obligado.
Basta ya de los asqueantes hospitales sin recursos, de los mercados vacíos, de las farmacias sin medicinas, de el "no hay", "se acabó", "no te corresponde", "no se puede" ," es en dólares", "es para los turistas". De que el viajar al extranjero sea una vía de escape, que haya que emigrar, desmembrar familias, enterrar en vida a los seres queridos porque luego las leyes migratorias de la mayoría de los países tienen al cubano como un ciudadano de tercera, una escoria.
Estamos cansados de que en Cuba sucedan cosas sin sentido: una constitución anticonstitucional. Sí, porque en cualquier país la constitución fija las pautas de como se gobernará la sociedad. Los derechos y obligaciones de sus ciudadanos: el derecho a la vida, a la libertad de opinión (entre otros). Todo se plasma con bases jurídicas indispensables para hacerse cumplir y nadie puede violarlas, ni el mismo oficialismo, y eso en Cuba sabemos que no pasa. Otra cosa chocante es que no haya pluripartidismo y entonces, señores, para qué un solo partido si con el gobierno inamovible, basta.
Son muchas cosas por las que hay que seguir luchando hasta alcanzar el cambio deseado. La voz de la disidencia es imperceptible aún ante la fuerza y el abuso de poder del gobierno en la isla. Hay que enfrascarse en esa tarea con el mismo afán que se busca el pan de cada día, para dejar de pensar, de decir, de sufrir, porque... ¡Ay, Cuba, das ganas de llorar!
luis_balboa02@yahoo.es
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