Superchería y banalidad en Cuba. Por Víctor Manuel Domínguez Domínguez
Centro Habana, La Habana, Víctor M. Domínguez, (PD-) Mientras la superchería en la prensa cubana no para de culpar a medios extranjeros de exaltar el consumismo, la banalidad, el éxito personal por encima de la solidaridad y promover marcas, estilos de vida y perspectivas de análisis más cercanas a la sociedad de mercado que al socialismo, la juventud cubana busca y reproduce dichas preferencias y actitudes a como den lugar en el país.
No importa si tiene que presionar a sus padres para que hagan malabares financieros que van del endeudamiento al robo, o los hagan pedir dinero a ese pariente que todo cubano tiene en el exterior, con tal de poseer un celular de último modelo, los zapatos de moda en París, las cadenas que usa Daddy Yankee, o el Look que muestra Daniela Katzenberger en un reality show.
La cuestión es lucir, aparentar, ser objetos de atención, ya sea al viajar en bici taxi, riquimbili o almendrón, asistir a la Casa de la Música, la Feria del Libro o un festival de timba, salsa o reguetón, lo mismo que a un velorio, un acto político cultural, la escuela, una marcha, el mercado, un bonche o una rumba de cajón en un solar, aunque al llegar a casa apenas encuentre qué comer.
Enterrados bajo los escombros del Muro de Berlín los sueños de querer ser como el Che y armar un foco guerrillero en Guinea Bissau o Madagascar, los jóvenes prefieren parecerse a Cristiano Ronaldo, Neymar, Oprah Winfrey o JLO, y montar aunque sea una embotelladora de pru, una cadena de paladares, una peluquería o un puticlub en La Habana, Santiago de Cuba o Nueva York.
Después de crecer viendo a sus padres vivir con una mano delante y otra atrás, estresados por el qué dirán y el no sé qué de la situación del país año tras año, mes por mes, no obstante a que muchos fueron tira tiros en el monte o la clandestinidad, cortaron más cañas que una combinada KTP, gritaron consignas y marcharon hasta no dar más; que hoy sólo tengan como recompensa un museo de títulos y reconocimientos cagados por las moscas en la pared, no es algo para imitar.
Los jóvenes pensarán que para terminar como un padre ex militar que acabó de chofer ilegal de un Lada antediluviano paseando prostitutas, extranjeros, porquerizos y otros que puedan pagar en CUC en un país que pensó haber ayudado a liberar de la desigualdad y la humillación; es mejor vender pizzas, cantar rap, tirar cartas, jugar béisbol o boxear, hasta que puedan abandonar el país.
Por eso no es extraño que sin ser convocados por la Comisión Juvenil Martiana, la Unión de Jóvenes Comunistas o la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media para una marcha combativa, la celebración de una efemérides, o un debate sobre la heroica Victoria de Girón, decenas de jóvenes abarrotaran días atrás los alrededores de la cafetería 3D en esta capital..
Aglomerados a la entrada del local, en medio de la calle, o diseminados sobre la hierba, en bicicletas, autos o sobre el muro del malecón; móviles encendidos en mano y listos para la fotografía, la entusiasta multitud juvenil aguardaba expectante y emocionada no el carnet de militante comunista, ni la Caravana de la Libertad, sino la salida al balcón de una joven que no vive en Cuba.
Al histérico grito y algarabía de ¡Sandra, te amo!, jóvenes de ambos sexos rompieron el dique de sus emociones, y entre alaridos del júbilo contenido entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde, por fin vieron el rostro de su ídolo, no una joven ganadora de un concurso de historia sobre Celia Sánchez o el Che, sino la sonrisa Colgate de una presentadora de un canal de YouTube en Miami.
Aquello fue el acabose. Risas, llantos, vítores, codazos y empujones en busca de una fotografía con Sandra, matizaron una tarde invernal diferente a la que publicitan los medios de la isla sobre los intereses éticos y el comportamiento patriótico de la juventud cubana, inmersa a toda hora, según estos, en actos heroicos y tareas sublimes, como si fueran simples muñecos de plastilina o barro.
Y aunque Sandra no es Beyonce, Paris Hilton, Rihanna o Naomi Campbell, al declinar la tarde -no la algarabía-, Pánfilo, el celebérrimo curda que alcanzó el estrellato al gritar en La Habana: ¡Aquí lo que hace falta es jama!, se paseaba mosqueado entre los jóvenes “revolucionarios” y uno que otro entusiasta vecino de la zona que, hace sólo unos años, le dieron un acto de repudio al borrachín.
Así que dejémonos de autoengaños: la juventud cubana prefiere el consumismo a la escasez, disfruta la banalidad, añora el éxito personal, gusta de las marcas, sueña tener un estilo de vida diferente al que padece hoy, y sus perspectivas para el futuro están puestas en una sociedad de consumo, bien lejos de un socialismo al que muchos fingen apoyar, pero en el que ninguno cree.
Víctor Manuel Domínguez vdominguezgarcía4@gmail.com Tomado de: Cuba Sindical
Publicado por /Primavera Digital/. |