La Banalidad del Mal afirmada en los sicarios del castrismo Por Juan González Febles Primavera Digital 27 de junio de 2018
Lawton, La Habana, Juan González, (PD) Un hombre que pasó por ser el mayor asesino de Europa, Adolf Eichmann, fue definido como que en realidad no era ni fue ningún “genio del mal”. Hanna Arendt trazó así su tesis sobre la banalidad del mal. Afirmó que lo preocupante sobre la existencia del mal entre nosotros es que cualquier hombre, en determinadas circunstancias, puede reaccionar como el genocida Eichmann y realizar actos malvados e inhumanos, porque es esto lo que de él se demanda. Lo hará solo por creer que es “su obligación” o “su trabajo”. Señaló, que las acciones de los genocidas nazis pudieron haber sido fruto de la sujeción de la cual son víctimas los individuos bajo un régimen totalitario.
Esto establece un paralelismo abrumador con los cerdos del Interior o las ratas de Gandarilla, (así les llaman los de a pie) presentes en nuestro entorno.
Eichmann, en el juicio a que fue sometido en Israel, parece o podría haber hecho alusión a la pervertida constitución de 1976 o al entramado jurídico legal impuesto por el castro fascismo gobernante. Todo se proyectó kantiano y pareció afirmarse en aquello de: “No hay derecho a rebelarse y hay obligación absoluta de obedecer”. Esta es la esencia práctica de todos los totalitarismos y también, la del castrismo gobernante.
Los totalitarismos requieren para su sostén de Chekas, NKVD, GPU, Gestapo, SS, SA, Stasi, DSE, etc. Los criminales servidores de tales engendros, son solo frutos de la antes mencionada sujeción de la cual son víctimas los individuos, dentro de regímenes totalitarios. El totalitarismo les hizo viles.
Esto hace recordar a nuestro apóstol, José Martí, el eje inmortal de nuestras libertades. Martí dijo a su hijo amado: “…Prefiero verte muerto a verte vil”.
Entonces y sobre ellos, solo queda reconocer que son y decidieron ser viles, para así acogerse desde su debilidad a la banalidad del mal que les sostuvieron y aun les sostiene.
En los contrastes con las vilezas que nos toca vivir desde esta orilla, recordamos a los tantos supliciados frente a escuadras de ejecución. Recordamos a Laura Inés Pollán Toledo, Orlando Zapata Tamayo, Oswaldo Payá Sardiñas y otros tantos que ya fuere ante escuadras de ejecución, en combate frontal o en resistencia y lucha pacífica, rechazaron ser viles.
Que honrados y homenajeados sean quienes desde la virtud y la ética ciudadana, se rebelaron y se negaron a obedecer al totalitarismo.
“Lo más inquietante de tantos criminales de guerra nazis es que no eran monstruos, sino seres humano”, había declarado en alguna entrevista Peter Malkin, el agente que detuvo a Eichmann, en referencia a Adolf Eichmann. Malkin, tras 27 años de servicio en el Mossad (Servicio especial de Inteligencia israelí), se retiró en 1977 como especialista en contraterrorismo en Nueva York, ciudad donde vivió hasta su muerte, el 4 de marzo de 2005.
Seres humanos del corte descrito por Malkin y Hanna Arendt son enfrentados a diario por activistas, opositores y periodistas libres en Cuba. Desde ‘la banalidad del mal’, golpean, reprimen, abusan y llegado el momento, matan.
Haber sido testigo de cómo maltrataron y reprimieron mujeres durante tantos Domingos de forma ininterrumpida, lacera muchas sensibilidades. Nacer de una mujer y haberlas amado cada vez que trajeron luz y amor a nuestras vidas, marca diferencias que quizás ni Cenesex ni el DSE logren definir.
j.gonzalez.febles@gmail.com; Juan González
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