Nostalgia Cubana - Farah Maria - No te bañes en el Malecon
Han cambiado los tiempos, sí, han cambiado. Atrás quedaron los días en que me mecía en uno de los sillones del portal de nuestra casa, en el Reparto Antonio Guitarras, Municipio Habana del Este, allá en Cuba. Aquella donde recuerdo voló mi niñez como un chasquido de dedos, entre días de escuela, vacaciones no exenta de vicisitudes y juegos.
Las noches, esperadas para el descanso después del trajín del día, eran un manto negro sobre las calles solitarias y oscuras del lugar, acarreando con sus aires de brisa costera y olor a campo, las bellas melodías que eran el boom de la época. Venían como un murmullo lejano obligándonos a afinar el oído para reconocerlas. ¡Recuerdo tantas! Sobre todo, al rededor de las ocho de la noche, el tema musical que identificaba el comienzo del programa tan esperado: Nocturno.
Podía traer el aire desde lo más lejano los inconfundibles acordes musicales que, si no había estado atenta, corría a sintonizar la emisora con urgencia. Hermosas canciones desbordantes de romanticismo y delicadeza. Incitaban a enamorarse a exaltar los más hermosos sentimientos que somos capaces de sentir.
La vulgaridad no tenía cabida en los programas musicales tanto de la radio como de la televisión. Lo menos delicado que se podía escuchar -por decirlo de alguna manera- era algo de los Van Van o de La Charanga Habanera, por ejemplo, y lo que podía sonrojar a los más mojigatos eran las tonadas de doble sentido de El Guayabero, las que incluso podían catalogarse no apta para menores. O la inigualable Farah María cantando Si me pides el pesca'o te lo doy. Pero hasta ahí, había una medida. Los bailarines se comportaban en público correctamente, no eran meramente sensuales sus manifestaciones, porque lo erótico se espiritualizaba por la acción del arte danzaril bien aprendida y ejecutada.
Hoy no, hoy es otra la música que invade el espacio acústico, la que llega a bailarse en las fiestas, la que se canta en los buses repletos de niños durante los paseos escolares, la que bailan los estudiantes en los recreos, la que sale por los altoparlantes de los centros comerciales cuando estamos disfrutando en familia, la que llega hasta los parques donde pretenden los abuelos leer el diario, ahí donde buscamos calma para hacer ejercicios, donde paseamos los perros en busca de tranquilidad.
Hoy es otra la tendencia melódica que taladra el subconsciente y te deja, sin quererlo, tarareando uno de sus "famosos" estribillos. Hoy es el Reggaetón el que domina.
Ese género musical bailable que tiene sus raíces en la música Latinoamericana y Caribeña, con un sonido que deriva del reggae jamaicano y que esta influenciado por el hip hop, se escuchó por primera vez en Panamá, en los años setenta y a principios de los noventa fue en Puerto Rico donde tomó fuerza y comenzó a comercializarse.
En este país fue acuñando bajo el término "Under", debido al fuerte contenido de sus letras y la naturaleza de su lenguaje y se distribuyó, en los inicios, de manera clandestina entre la juventud. El primer "cassette" que se pudo vender con todas las de la ley fue Playero 37, donde se iniciaron como cantantes O.G. Black, Master Joe y Daddy Yankee, entre otros. Éste último en la actualidad interpreta una de su autoría: Shaky Shaky, canción de contenido desinhibido aunque, sinceramente, no tan sorprendente como el desparpajo usado en las letras interpretadas por otros vocalistas como Maluma y su Cuatro Babys con contenido tan polémico que se ha abogado por eliminarla de la web. Otro ejemplo es Mala Conducta, la interpretada por Alexis y Fido, que aconsejo a los puritanos usar tapones en los oídos para cuando ésta sonando en la radio.
El reggaetón ha dejado de ser un género furtivo para convertirse en el sonido que lidera, emanando de los sistemas de audio de todo tipo de auto que en su mayoría circula con las ventanillas bajas principalmente por las zonas de playa y a pasado a ser la música de actualidad que ameniza las fiestas juveniles con su característica acústica principal: acentuar los tonos bajos para ser escuchado a todo volumen.
Además suele estar asociado a una forma de baile muy "sensual" y provocativa, de peculiares movimientos, donde los bailarines -la mayor parte del tiempo- "bailan" pegados y frotándose los cuerpos en un acto, casi sexual, que se conoce como perreo o doggy style.
Este tipo de temas nos sigue a toda hora, desde que nos levantamos, entra por las rendijas aniquilando la calma. La Bachata pone tregua entre una pieza y otra. Romeo Santos con su voz tan delicada como si estuviéramos escuchando cantar a Julieta, hace menos "dolorosa" la experiencia musical de estos días porque encontramos en sus letras, incluso, algo de poesía. O Tito el Bambino, que da a muchos de sus temas un sentido cristiano excepcional, llevando un mensaje consciente y de reflexión a un publico tan grande como el que gusta del reggaetón más soez.
Pero es precisamente éste el que ha dejado una estela de letras cargadas de desfachatez que si criamos a nuestros hijos escuchando este tipo de música, si no nos preocupamos de cultivar su gusto por una de mejor calidad, como la culta de los grandes maestros ejecutada por orquestas de reconocimiento mundial y ejecutada con clásicos instrumentos, no les estaremos enseñando a enamorarse y a exaltar los más hermosos sentimientos que somos capaces de sentir (como ya dije) a través de la música. Vamos a tener una juventud desconocedora de lo que es realmente el arte de la armonía, la melodía y el ritmo, desconocedora total del efecto estético y expresivo que resulta enriquecedor y agradables al oído.
Propongo entonces no eliminar, porque para todos los gustos se han hecho colores, pero sí restarle protagonismo al Reggaetón grosero y divulgar más la música de buena calidad.