Sin farmacias ni envases: el drama de los medicamentos en Cuba A la tan cacareada industria local solo le interesan productos exportables Por Ana León Cubanet 18 de julio de 2017
Estantes de la Farmacia Principal de Habana Vieja (Foto: Ana León)
Farmacia cerrada en Belascoaín y Pocito, Centro Habana (Foto: Ana León)
LA HABANA, Cuba.- El pasado 7 de julio, el diario oficialista Granma se hizo eco de la inauguración, en la provincia de Pinar del Río, de una moderna planta con tecnología de punta, destinada a producir envases para medicamentos, cuyo rendimiento anual podría ser de hasta 60 millones de frascos. El suceso contrasta con la desolación extendida por todas las farmacias habaneras, especialmente aquellas que operan en moneda nacional.
Cuando se aborda el tema de la producción y distribución de medicamentos en Cuba, los medios oficiales de prensa hablan exclusivamente de los elaborados por el Centro de Inmunología Molecular y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana, como si los insulares no padecieran simples dolores de cabeza o infecciones virales.
Al parecer, la industria farmacológica cubana fue creada solo para producir tratamientos exportables, que ayuden a impresionar al mundo y sostener la bravuconada de que somos una potencia médica, pero no para satisfacer la demanda de la población. A los aclamados logros del Heperprot P y la vacuna contra el cáncer de pulmón, se contrapone la escasez de analgésicos, relajantes musculares, antibióticos, colirios, ungüentos, vitaminas, tabletas intravaginales y casi todo lo que un facultativo puede prescribir a sus pacientes, incluyendo los fármacos controlados.
La estrategia gubernamental de explotar la grandilocuencia científica para ocultar la ausencia de medicamentos básicos, continúa dando resultados en la arena internacional, donde muchos han de suponer que un país con tanto potencial tiene sus farmacias bien abastecidas. Lo cierto es que no solo crece el vacío en los anaqueles destinados a las ventas de medicinas, sino que muchas farmacias han cerrado, generando molestias a los vecinos y propiciando el crecimiento de nuevos basureros que atraen plagas y pestilencias, además de enfatizar la fealdad urbana.
Ninguna explicación se ha ofrecido sobre este fenómeno, que se hace más visible en municipios densamente poblados como Habana Vieja y Centro Habana. Tampoco se ha ponderado su impacto en personas de la tercera edad, que antes caminaban una o dos cuadras para comprar sus medicinas, y ahora deben desplazarse casi un kilómetro bajo un sol asesino.
Podría interpretarse como una más de las argucias del Estado para disimular la pobreza extrema de las farmacias cubanas. La solución no ha sido proveer, sino cerrar para concentrar mayor cantidad de productos en una misma unidad, asegurando, de paso, el ahorro energético.
Pero la medida no alivia el desabastecimiento, ni apacigua a clientes desesperados. De hecho, las colas son más largas, las dependientes más lentas y los medicamentos se agotan enseguida. Incluso en las denominadas “farmacias municipales principales” las vitrinas están colmadas por suplementos nutricionales y otros productos de la medicina natural cuyo propósito es, en la mayoría de los casos, coadyuvante y no terapéutico.
Las tiendas comercializadoras en divisas no son una opción para quienes cobran apenas 20 CUC mensuales (18 USD), mucho menos para los jubilados. Por insólito que pueda parecer, el mismo Estado que quiere controlarlo todo y no es capaz de producir lo que su pueblo necesita, infla los precios de los medicamentos importados hasta tornarlos impagables. En las farmacias internacionales, por ejemplo, una sola caja con cinco dosis inyectables de Complejo Vitamínico B cuesta 18,35 CUC; un producto que en México tiene un valor de 60 pesos (alrededor de 4 USD).
Cada farmacia cerrada es hoy un establecimiento abandonado, convertido por los vecinos en un vertedero de basura que desluce cualquier intento por embellecer y adecentar el paisaje urbano. Para quienes presencian a diario semejante desastre, es difícil comprender qué tan necesaria es la planta fabricadora de envases inaugurada en Pinar del Río.
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