La humillación castrista a Norteamérica. Por Rafael Azcuy González.
Nunca un “gobierno” extranjero humilló tanto a los gobernantes norteamericanos como el ilegal régimen de los hermanos Castros. ¡Qué paciencia tan grande demostraron tener ante tanta subversión y chantaje, incluyendo la expropiación o robo de propiedades a sus propios ciudadanos!
Tampoco los vecinos del Norte dieron una respuesta contundente ante el desafío castrista que significó los cientos y miles de fusilamientos que continuaron a la ola de ajusticiamientos, que ya venía desde las montañas, iniciada por Fidel, Raúl y el Che Guevara, luego del triunfo de 1959. A partir de ese mismo año comenzó un éxodo permanente de cubanos que ha llegado hasta nuestros días, dejando un saldo terrible de víctimas en el mar y un elevado costo a los contribuyentes del país vecino en ayudas de emergencia y en el patrullaje y resguardo de las costas.
Con su teoría subversiva de exportar la revolución, de crear dos, tres Vietnam por todo el mundo, muy pocos países escaparon de la mira revolucionaria fueran dictaduras castrenses o verdaderas democracias. Cuba se convirtió en una base de adoctrinamiento comunista y de entrenamiento militar con dinero cubano y soviético, por donde desfilaron todos los que brillaban y valían para la causa: el movimiento guerrillero ocupó las montañas de muchas naciones, desestabilizando diferentes regiones por todo el mundo, incluida la lejana África. Fuentes norteamericanas de la época aseguraban que algunos de esos movimientos podían llegar a tener éxito. Brian Latell, ex alto funcionario de la CIA y gran experto en Cuba, afirma al respecto: (…) Durante la mayor parte de los años sesenta y de nuevo después en los ochenta, el temor de que llegaran al poder grupos revolucionarios castristas fue una de las mayores preocupaciones de los políticos estadounidenses. (Después de Fidel, Brian Latell, grupo editorial Norma (Colombia, 2006) p. 13). El propio autor también señala que salvo la Unión Soviética no había un tema de inteligencia que preocupara tanto a Washington y Castro fue una obsesión del gobierno de Kennedy luego de fracasar Girón en 1961 y varios intentos frustrados de liquidar los hermanos por parte de la CIA, así como de la operación secreta Mangosta.
Entre Kruchov y Castro colocaron al mundo al borde de la guerra nuclear, convirtiendo a la Isla en una enorme base soviética, casi a punto de instalase en ella las ojivas nucleares, verdadera amenaza para los cercanos Estados Unidos. Documentos desclasificados de la CIA demuestran que Castro planeaba toda una serie de actos terroristas en territorio continental norteamericano en caso de que fuera atacada la Isla. Los Castros salieron del conflicto con el compromiso de Estados Unidos ante la Unión Soviética de no invadir Cuba a cambio de los segundos sacar los cohetes. Fue una patente de corso y una garantía para su continuidad al régimen atroz instalado en Cuba, a pesar de que Castro apremió al líder soviético a efectuar el primer golpe nuclear contra Norteamérica.
Ni el monstruoso engendro de las drogas escapo a los criminales hermanos para enriquecerse y minar por dentro a la sociedad estadounidense. Sorprendidos por las autoridades norteamericanas en pleno auge del narcotráfico no dudaron en sacrificar varios de sus mejores colaboradores para justificar que ellos estaban al margen de los acontecimientos. Los americanos, como siempre, volvieron a perdonarlos…
No escapó tampoco a la acción hostil y audaz de los Castros el trabajo de inteligencia cubano en los propios Estados Unidos colocando agentes encubiertos en disímiles sectores y lugares de la Gran Nación. Apoyados por los entonces llamados soviéticos, instalaron una base de espionaje de colosales dimensiones, dirigida hacia el Norte en Lurdes, cerca de la capital.
Luego de Cuba construir un aeropuerto de gran capacidad en la isla de Granada para apoyar la subversión en Centroamérica el gobierno Reagan solo limitó su castigo a sacar a los castristas, luego de ser hechos prisioneros y humillados al invadir la Isla, a pesar de que Castro, seguro y seco desde Cuba, decía al mundo que todos se habían inmolado abrazados a la bandera.
Los hermanos supieron revertir todas las crisis económicas y políticas de su dictadura valiéndose de los éxodos masivos que les posibilitaron enviar cientos de miles de descontentos al vecino Norte sin tener que pagar un solo centavo por los gastos que ocasionaban estas desestabilizadoras oleadas al país vecino y que en casos como el del Mariel les permitió además desembarazarse de la llamada escoria de sus infrahumanas prisiones. No hubo decisión por el entonces gobierno de Carter de enmendar tamaño chantaje y las cárceles norteamericanas y los contribuyentes cargaron con los reos de los Castros. Solo George W. Bush supo parar en seco los intentos castristas de seguir con sus éxodos al advertirles en el 2003 que nuevas huidas masivas organizadas por éstos serían consideradas como actos de confrontación a Estados Unidos.
Crímenes de lesa humanidad como los fusilamientos tras juicios sumarísimos o sin éstos, las reconcentraciones en masas de los vecinos del Escambray, el hundimiento del remolcador 13 de marzo, la Matanza del Canímar, el derribo de avionetas civiles por aviones de combate, el genocidio de las UMAP, los cientos de miles de presos políticos y la Primavera Negra, los cientos de asesinados en las cárceles: Boytel, Zapata, el asesinato impune de Payá, la represión cobarde a los disidentes pacíficos y a mujeres no han tenido nunca la respuesta contundente del país más democrático del mundo que sólo se ha limitado a tomar medidas económicas sin tener en cuenta el grave daño ocasionado a la estabilidad de la región y a los propios Estados Unidos, así como al sufrido pueblo cubano.
Al ya extinto Obama los hermanos no le correspondieron ni con una sola medida democrática en sus ingenuos intentos de restablecer las relaciones diplomáticas: solo quedó su brillante discurso en La Habana y sufrir la tamaña grosería de no ser recibido en el aeropuerto.
raoctubre99@yahoo.es
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