Sobre algunas sazones del trágico potaje cubano. Por Alberto Gutiérrez Barbero. [Este Artículo tiene 3 Comentarios].
Durante la década de los cincuenta cuando estudié las diferencias entre el capitalismo y el comunismo llegué a la misma conclusión expuesta por un sinnúmero de expertos en la materia: La práctica de la iniciativa privada en un clima de libertad es un motor que determina el avance de un país. Por aquellos años parecía que en Cuba se había trazado un rumbo hacia el desarrollo, aunque la desarmonía era considerable entre La Habana y determinados sectores rurales donde abundaban primitivos bohíos y también la desnutrición. Sin embargo aquel contraste en combinación con los vaivenes de la política nacional exacerbados desde el inexcusable golpe de estado el 10 de Marzo de 1952, no era suficiente para opacar las cifras favorables con la promesa de un futuro mejor que reconocían hasta estudios de rango internacional. A pesar de que aún quedaba una gran tarea por realizar Cuba ocupaba un lugar cimero entre las naciones de América Latina, el genuino peso cubano con el mismo valor del dólar circulaba con la inscripción "Patria y Libertad", no "Patria o Muerte" como sería después y la balsa no era necesaria para escapar del país . El 1 de Enero de 1959 fue el comienzo de lo despótico castrista que llegó a todos los sectores del pueblo cubano al cesar la anterior crisis política provocada por la usurpación del poder. Se repetía una y otra vez que el objetivo de la lucha contra el Dictador/Presidente Fulgencio Batista había sido el retorno a la legalidad. Las loas eran por la paz, la libertad y el final de los excesos. No obstante las necesidades de un cambio eran apremiantes y no me entusiasmaron los verde olivo "Reyes Magos bajados de la Sierra Maestra con seis dias de anticipación" tal como los definió un poema muy "guataca" que de repente surgió de la nada. Al igual que millones de cubanos yo desconocía que el recorrido triunfal, cauteloso y sin prisa del Máximo Líder de la Revolución desde la Provincia de Oriente hacia La Habana, mientras Camilo Cienfuegos y Ché Guevara consolidaban el terreno por delante, era una calculada réplica de la marcha fascista de Benito Mussolini a Roma en 1922.
También ignoraba que "La Historia me absolverá", la frase sensacional en su alegato durante el juicio por el ataque al Cuartel Moncada en 1953, había sido copiada del "Mein Kampf" de Adolfo Hitler. De todas maneras tardé muy poco en darme cuenta que bajo la nueva atmósfera revolucionaria el resultado de la suma dos más dos a veces era cinco, otras veces tres, pero nunca cuatro. Entonces el momento era arrollador por la verborrea del naciente tirano prefabricado con la asistencia de las masas que desde San Antonio a Maisí sólo oían y veían lo que querían, pero nada cuestionaban. También era el momento de aplaudir intensamente "La revolución es del pueblo", "Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella" y otras frases en apoyo al poder del verde olivo al mismo tiempo que la Constitución de 1940 fue condenada al olvido de una vez por todas. Como si no fuera suficiente había un despliegue de rastrero y adulador desenfreno popular hacia lo perverso castrista ensalzado por los medios de prensa y especialmente la revista "Bohemia". Hoy al observar el sufrimiento de las generaciones de cubanos que crecieron o nacieron a partir de la consigna "Revolución Primero. Elecciones Después", recuerdo cuando muchos de sus padres y abuelos desvergonzadamente gritaron "¡Paredón!".
La historia es una sola y sostengo que entonces no hubo el manto de engaño absoluto que aún se utiliza para justificar la irresponsabilidad colectiva desde que comenzó el empuje del país hacia el abismo. Mucho se calló y mucho se otorgó. Prueba de ello fueron por ejemplo el entusiasmo por el "humanismo" de la revolución y la ausencia de protestas ante las deficiencias procesales, a pesar de los fusilamientos que comenzaron en Santiago de Cuba y se extendieron a lo largo del territorio nacional. Aquel mismo "humanismo" estimuló muchas canalladas y hasta la envidia popular como parte de la castrista campaña brutal para erradicar todo lo relacionado con el "pérfido viejo orden " En definitiva luego de proclamarse que la revolución era socialista, al compás de "Somos socialistas, pálante y pálante. Y al que no le guste tome purgante", a Cuba se convirtió en un país cada día más proclive a la opresión y la miseria. Bajo el culto al churre verde olivo y la mala semilla abonada lo voluntario pasó a ser obligatorio y la planeada división alcanzó el seno de las familias llamándosele "gusano" a todos los que ya rechazaban tanta infamia. Trágicamente todavía Cuba se encuentra hundida en el abismo y ni siquiera la abusiva explotación de los muy subyugados cubanos ha disminuído un ápice... Cordialmente,
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