LOS CUBANOS DE MIAMI. Por Rafael Azcuy González.
Sabado 1ro. de enero del 2017- Siento un gran respeto por los cubanos de Miami. Admiro mucho a estos compatriotas que con una mano delante y otra detrás, en su inmensa mayoría, fueron capaces de hacer este monumento -como dijera Obama- que es sin dudas Miami.
Nos apena que tanto talento no se hubiera liberado en nuestro país. ¿Cómo habría sido hoy nuestra Patria luego de casi 60 años del ingenioso quehacer de estos hijos?
Verdad es que algunos tomaron el camino equivocado de la delincuencia y la droga, pero la inmensa mayoría cumplió el sueño americano. ¿Qué diferencia más abismal entre los cubanos de aquí y los de la Isla? Aquí donde hasta los pobres disfrutan del aire acondicionado y cualquiera puede tener un carrito que lo lleva y lo trae. ¡Qué brutalidad de producción de un país! Uno se admira cuando recorre cualquier supermercado y muchos de ellos son propiedad de cubanos.
Orgullo de todos son los que han ascendido a las más altas cumbres de la política, la docencia, la salud, el arte y la literatura, la tecnología, los deportes, los empresarios de éxito: Es nuestra impronta según establecía Don Gustavo Pittaluga, que nos diferencia y nos identifica con el resto del mundo.
El Asesino de Birán que destruyó y martirizó nuestra Patria no dejaba de emplear epítetos peyorativos para estigmar a los que se resistieron a vivir de rodillas ante su régimen atroz y optaron por el camino del exilio: gusanos, traidores, mafia, escoria. Pero resultó que la gran mayoría de esos cubanos nunca olvidó su Patria y siguieron inculcándoles a sus hijos su amor por ella. Los veteranos de Playa Girón, del Escambray, los ex presos políticos, las diferentes organizaciones del exilio mantuvieron vivas las tradiciones de lucha de nuestro pueblo y no cejaron nunca en el empeño de ver libre su tierra. Muchos ya no verán con sus ojos ese sueño dorado: Mas Canosa, Huber Matos, Celia Cruz, Olguita Guillot, pero el día llegará en que sus venerables despojos descansen para siempre en su Patria, al fin libre y soberana, la que tuvieron que abandonar por la maldad paranoica de un tirano.
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