Rutas de libertad; por María Corina Machado Caraota Digital septiembre 29, 2016
Llegó la hora de la desobediencia cívica nacional Por: María Corina Machado
A nadie sorprende lo que ha hecho el CNE. Sabemos que las rectoras reciben instrucciones de La Habana, vía Miraflores; y que estas órdenes son para impedir el revocatorio en 2016. Con ello, desacatan el mandato del pueblo venezolano que el 6 de diciembre habló claro y duro: Maduro y el régimen se tienen que ir este año.
Desde la elaboración del reglamento del revocatorio hasta el anuncio del miércoles 21 de septiembre, —en el cual se establecen condiciones absurdas e inconstitucionales para la recolección del 20% de las firmas— el CNE se ha dedicado a pisotear la voluntad y el derecho de los venezolanos, inventando obscenos obstáculos para que, si acaso, el referéndum sea en 2017, cuando se transformaría en un engaño y una trampa peligrosísima.
No estamos ante un problema técnico o jurídico, se trata de una decisión política que tiene consecuencias existenciales.
Por ello, la respuesta y el compromiso de la Unidad ha sido desconocer de plano la decisión del CNE, y hacer valer la Constitución. Ello significa convocar a todos los ciudadanos a desobedecer una norma inconstitucional impuesta para impedir el revocatorio en 2016. Sí, llegó la hora de la desobediencia cívica nacional.
Los venezolanos sabemos lo que tenemos que hacer. Con irreverencia y coraje, ingenio y creatividad, hemos protagonizado, cada vez con más efectividad, hitos de rebeldía, de desobediencia cívica, con la que insurgimos frente al régimen.
Las tiranías se sostienen cuando el pueblo obedece. Cuando cada ciudadano, en un acto individual y consciente, decide rebelarse ante la opresión, ante una autoridad o norma injusta que lo agrede, la dictadura cae.
Es una decisión personal, espiritual. Es la de la maestra que se para en la puerta de su aula y no permite que le arrebaten firmas a sus muchachos en apoyo a una iniciativa del régimen; es la del médico que denuncia públicamente el caos en el hospital público; la de la jueza que —aun bajo amenaza—, se niega a firmar la sentencia política; la del preso político, que tratado como rehén, no concede a “beneficios” a cambio de sus principios; la del trabajador de Corpoelec que con su braga de trabajo sale a protestar contra el régimen; la del estudiante que sale a gritar a la calle; la del periodista que no acata la censura; la del militar que desacata la orden de reprimir a las madres que protestan por falta de agua.
La desobediencia cívica que asume cada ciudadano se encuentra y se reconoce en la calle, y produce momentos sublimes en actos de rebeldía colectiva.
Son las guerreras de Ureña, que el 5 de julio rompieron el cordón de la Guardia Nacional y obligaron a abrir la frontera; son los vecinos de Santa Elena de Uairén, que expulsaron de su pueblo a los policías que abusaron de ellos; las maestras de San José de Guaribe, que rescataron los alimentos de la escuela represados en la alcaldía; y por supuesto, es Villa Rosa, donde los ciudadanos, con las mujeres al frente, hicieron correr al tirano.
No aceptaremos el chantaje con el cual el régimen ha pretendido neutralizarnos, según el cual o somos violentos o somos inofensivos. ¡¡Falso!! Ni lo uno, ni lo otro. Somos efectivos, y ello implica organización, creatividad, audacia, firmeza y valentía.
Tenemos un mandato y una urgencia existencial: la salida de Maduro y su régimen este año. El referendo revocatorio es en 2016 o no es. Si insisten en bloquearlo, sabemos lo que tenemos que hacer: desobediencia cívica nacional hasta lograr la Transición. Estamos listos.
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