Rafael Correa. El primer aliado de la Rousseff. Por el Dr. Alberto Roteta Dorado.
Fort Pierce. Estados Unidos. A pocas horas de la destitución oficial de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, por el Senado de este país el pasado miércoles 31 de agosto, el Gobierno de Ecuador se pronunció en contra de esta decisión, afirmando que consideran a la expresidenta "legítima depositaria del mandato popular". Dicha acción los convierte en el primer gobierno en solidarizarse con la exmandataria que ya había quedado suspendida de sus funciones.
Horas más tarde reaccionaron también otros países del llamado eje bolivariano, entre los que se cuentan: Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, cuyos presidentes no solo condenaron enérgicamente la destitución de la presidenta, sino que se refirieron despectivamente a la existencia de un "golpe de estado parlamentario" en Brasil.
El canciller de Ecuador, Guillaume Long, -quien desde el pasado mayo mostró interés por la situación de inestabilidad de Brasil ante el proceso judicial que enfrentaba su presidenta- ratificó el rechazo de su gobierno a lo que han considerado un golpe de Estado solapado e insistió en revisar las relaciones bilaterales entre Ecuador y Brasil.
Una vez que la Cancillería emitió este miércoles un comunicado oficial, Guillaume Long, en conferencia de prensa expresó: "El Gobierno del Ecuador rechaza la flagrante subversión del orden democrático en Brasil, que considera un golpe de Estado solapado. Políticos adversarios y otras fuerzas de oposición se confabularon contra la democracia para desestabilizar al Gobierno y remover de su cargo de forma ilegítima a la Presidenta Dilma Rousseff".
Tras un largo proceso la mandataria brasileña tuvo que dejar su cargo a partir de la determinación del Senado. La decisión fue por 61 votos contra 20. Se requerían 54 votos -dos tercios de los 81 senadores- para que Rousseff fuera condenada, con lo que llegado a su fin un largo y complejo proceso judicial que se ha desarrollado dentro de los límites de la legalidad establecida.
El presidente Rafael Correa a través de su cuenta de Twitter repudió la destitución de la exmandataria brasileña y anunció la ruptura inmediata de las relaciones diplomáticas entre Ecuador y Brasil: "Destituyeron a Dilma. Una apología al abuso y la traición. Retiraremos nuestro encargado de la embajada. Jamás cohonestaremos estas prácticas, que nos recuerdan las horas más obscuras de nuestra América”, declaró el mandatario izquierdista.
Correa, decidió retirar este miércoles a su máximo representante diplomático en Brasil. En mayo pasado se llamó a consultas al embajador ecuatoriano en Brasil, Horacio Sevilla, que desde entonces no volvió al puesto y en junio fue nombrado representante permanente de Ecuador ante Naciones Unidas. Por lo que el máximo representante de Ecuador en Brasil era hasta el momento actual Santiago Javier Chávez Pareja, como encargado de negocios, advirtiendo desde entonces que de concretarse la expulsión de la Rousseff habría una reacción con mayor radicalidad, lo que ya ha concretado con la retirada del representante diplomático del país andino. Con su habitual arrogancia y su terminología tan sui géneris agregó: "Toda nuestra solidaridad con la compañera Dilma, con Lula y con el pueblo brasileño. ¡Hasta la victoria siempre!".
Una vez más el gobierno que encabeza Rafael Correa apoya las arbitrariedades de sus colegas de izquierda. Recordemos que hace solo unos meses fueron golpeados centenares de cubanos que se manifestaban de manera pacífica y con autorización en las calles de Quito, acciones que culminaron con la deportación de alrededor de cien migrantes cubanos, algo que la comunidad internacional, y de manera especial aquellas instituciones relacionadas con los derechos humanos, criticaron enérgicamente. Sin embargo, el mandatario izquierdista a través de sus funcionarios de la Cancillería se mostró indiferente y justificó los hechos a su conveniencia. De esta forma el matiz político – verdadero eje del conflicto migratorio- quedaba excluido y en su lugar las irregularidades desde el punto de vista del estatus migratorio aparecieron como justificación a su criminal actitud. Era de esperar la rápida reacción del desacreditado presidente en apoyo a lo que el mundo ha considerado correcto. Siguiendo sus pasos, los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia se pronunciaron a favor de la presidenta destituida. El temor los invade una vez más. El sentirse cada vez más aislados los vuelve más agresivos.
La toma pacífica de Caracas por la fuerte oposición venezolana es una prueba más que convincente del giro que experimenta la izquierda latinoamericana en el contexto actual, lo que sin duda ha sido determinante no solo para Venezuela, sino para la región. Reacciones de este tipo nos llevan a cuestionarnos acerca del estado mental de los pocos líderes izquierdistas de Latinoamérica, los que al parecer se mantienen bajo un estado de delirio ante el temor a perder lo que una vez, aunque con el engaño, la manipulación y la fuerza, conquistaron.
El tiempo de las dictaduras en el continente está pasando. Los pueblos de la región han despertado y la mayoría de los líderes políticos, aún aquellos que en otros tiempos fueron defensores de las tendencias socialistas, tienen una visión diferente respecto a los conceptos de democracia y libertades. Recordemos las sabias palabras de José Mujica cuando se refirió a las dictaduras del proletariado: "el proletariado termina no teniendo nada y la dictadura mucho" y además "da la impresión de que surge una nueva clase, que es la burocracia".
Rectifique Correa, pues los que revisamos sus mensajes en Twitter nos estamos preguntando a qué victoria usted se refiere al evocar el caduco mensaje del guerrillero asesino. Su tiempo ha pasado, la región emerge y se encamina hacia verdaderos triunfos.
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