Yo quiero ser jinetera. Por Marta Requeiro Dueñas, publicado por Félix José Hernández.
París, 9 de julio de 2016.
Querida Ofelia:
La Sra. Marta Requeiro Dueñas me envió desde Miami este artículo suyo a propósito de un vídeo tomado en una calle de San Cristóbal de La Habana. En él se pregunta a un grupo de niños lo que desean ser cuando sean grandes. Estimo que el vídeo da una falsa imagen de la niñez cubana, además, no sé si el señor que lo filmó, contó con la autorización escrita- legalizada por la firma de un notario- de los padres de esos niños, que han quedado estigmatizados en este vídeo que circula por las redes sociales. En todo caso, en Francia el autor de este vídeo terminaría en un tribunal y muy probablemente condenado por lo menos a pagar una fuerte suma a los padres de cada niño.
He aquí el escrito de la Sra. Requeiro Dueñas:
“Yo quiero ser jinetera. Fue la fuerte expresión que escuché salir de la boca de una niña, que no superaba los doce años, en un video filmado en la isla de Cuba, y que estaba viendo a través de Youtube. El mismo pretendía dejar al descubierto cómo piensan los niños y cuáles son sus anhelos en cuanto qué quieren ser cuando lleguen a adultos.
Fue algo chocante teniendo en cuenta que soy cubana, que crecí con carencias como todos los de mi generación, pero nunca tuve la necesidad de prostituirme. Ahí me pregunto entonces: ¿Dónde está la inocencia de esta edad de oro de la que hablaba el Apóstol*?
Quizás esté detrás del desconocimiento del real significado que encierran estas palabras que me espantaron. Quiero pensar así, que fueron dichas sin el adecuado análisis, o mejor aún sin conocimiento de causa. ¿Este es el modelo de niño cubano? ¿Esperanza del mundo, como dijera Martí*? ¿Esta es la nueva generación, la cantera del hombre del futuro en la isla? ¡Penoso! Por decir lo menos.
Sabemos que no todos piensan así, que hay muchos padres preocupados detrás de un niño que juega en la calle, que salen advertidos de los peligros y que están vigilados constantemente por protección. Pero si esto que escuché decir ya es una realidad creciente entre muchos: realmente asusta y mancha la imagen de la sociedad cubana.
Reitero, después de ver el video completo, quiero darles el beneficio de la duda. Pensar que estos infantes no saben la envergadura de tales respuestas.
Me remonto entonces al hombre primitivo, el que usaba taparrabos por desconocer la existencia de las ropas. La necesidad que no sea satisfacer reflejos incondicionados es una necesidad implantada. Se nos crea desde el momento en que hacemos consciente que una cosa existe y la deseamos, ya sea para satisfacer un ego, para adquirir un rango o estatus, o simplemente por comodidad. Siempre que podamos prescindir de algo para vivir no lo necesitamos.
Cuando se descubrió y se puso en uso la luz eléctrica vinieron inventos sucesivos para servirnos de ella y mejorar la vida. Hoy se hace imposible concebir el bienestar sin ella. Es indispensable, para sortear el calor, que se tenga un ventilador, un aire acondicionado o un refrigerador. Está bien que se desee tener buenas ropas y zapatos para cuidar nuestro aspecto. Sí, pero desear no quiere decir necesitar, como dije antes. Estamos en un mundo cada vez más materialista y consumista. Ya los niños no se conforman con jugar a los yakis, a la pelota, a las damas chinas, o al parchís.
En mi época de estudiante íbamos a la biblioteca y hacíamos allí los trabajos, o nos reuníamos en equipo en la casa de cualquiera del grupo, o en la propia, para hacer la tarea. Nos prestábamos los apuntes y los libros. Vivíamos más en contacto con el compañero de clases.
Hoy el niño sólo necesita una computadora y acceder a Internet para hacer los deberes que lleva de la escuela al hogar. Todo está ahí, sólo enunciando lo que se desea buscar en Google y haciendo un click, lo encuentras. O juegan en su PC, o en su Tablet, además porque está todo ahí. Sabemos que ésto no existe en Cuba pero de ahí a querer prostituirse…
Ya no unimos con un cordel dos latas de leche condensada para hablar por los extremos haciéndonos la idea que era un teléfono, no, ahora están los celulares cada vez más modernos, al alcance de la mano con planes de pago, con sus aplicaciones de juego y la posibilidad de mantenernos comunicados entre amigos y seres queridos a la vez que estamos conectados con el mundo. En Cuba no lo hay, verdad, pero de ahí querer prostituirse para lograrlo…
Quedaron atrás las chivichanas impulsadas por amigos que invitaban a la coexistencia pacífica por el bien común, ya que si había una pelea luego no encontrabas quien te empujara en los tramos más difíciles y elevados. Ahora están las patinetas, o skyboard, de todos tipos y colores, más o menos sofisticadas, hasta eléctricas. Es verdad que un niño en Cuba puede llegar a desear fervientemente una de estas porque se la haya visto a un familiar, o amigo, al que se la hayan traído de fuera. Pero, realmente, pensar en entregar la inocencia de su cuerpo a cambio de unos dólares que le permitan adquirir estas u otras cosas y no pensar en estudiar, superarse, hacer la diferencia para obtener la solvencia que le dé la posibilidad de adquirir un nivel de vida acorde a sus deseos… me deja pensando adónde fueron a parar los valores.
Yo tuve unos quince muy austeros que no pasaron de unas fotos, un “cake”, un puñado de amigos y unos vestidos hechos por mi madre. Hoy los jóvenes quieren más y no es ajeno que para lograrlo, en nuestra isla querida, se metan a “jineteras”, a “jineteros”.
En ese mismo video hay un jovencito que dice que quiere ser dictador. A ése le encuentro toda la razón, teniendo en cuenta que a su corta edad ya puede discernir, con un mínimo de conciencia, que el dictador es el que tiene el poder absoluto sobre todo, que puede hacer lo que se le antoje, que no necesita elecciones para continuar en el poder y traspasar a sus descendientes el poderío. Que puede, sí, destruir un país y dejarlo en ruinas, que toda divisa que entra la hace propia, la controla y la disfruta. Más si el dictador que tiene este niño como patrón, es uno de los más ricos del mundo: el niño tiene claro lo que es un dictador. Aunque habría que aclararle que un dictador también oprime, veja, encarcela y aniquila.
Pero la niña que tiene como patrón a la joven -no la que busca conquistar a alguien para que la saque del país- sino la que se prostituye por un simple sándwich y una Coca-Cola, por unos pantalones vaqueros, unos zapatos…¡Con esa niña!, y más aún con sus padres, hay que hacer un trabajo serio. ¿O no?” Marta Requeiro Dueñas
*José Julián Martí Pérez, (1853-1895), héroe nacional cubano de la Guerra de Independencia contra España, en el siglo XIX.
Un gran abrazo desde estas lejanas tierras allende los mares,
valfort.liberte@wanadoo.fr
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