Martín Guevara: "En Cuba todos los negocios particulares, sin excepción, son mejores y más lindos que los estatales" Por Claudia Peiró INFOBAE 23 de abril de 2016
Es una de las "venganzas" de la gente contra el régimen, dice el sobrino del Che, luego de pasar unas semanas en la isla, donde había vivido en los 70. Sus impresiones sobre la visita de Obama y la reaccción de Fidel . Una clase dirigente "dinosauria" que todavía no muestra la generosidad suficiente para abrir el juego a todos los sectores, liberar las energías de una sociedad contenidas durante décadas y habilitar así el desarrollo económico social tanto tiempo postergado: esa, dice Martín Guevara, es una de las mayores rémoras en un país que tiene sin embargo muchas ventajas para salir adelante.
Martín Guevara emigró a Cuba con su familia siendo un niño, a los diez años, en 1973. Vivió más de una década en la isla, tiempo suficiente para decepcionarse. Esa experiencia quedó plasmada en un libro, publicado en el año 2014.
El mes pasado, el fallecimiento de un familiar muy cercano, lo obligó a regresar a la isla. El destino quiso que coincidiera su viaje con la llegada de Barack Obama. Desde España, donde reside, compartió con Infobae su análisis de una visita que logró sacar a Fidel Castro de su retiro...
—Viviste varios años en Cuba, parte de tu infancia, adolescencia y juventud, y ahora tuviste la oportunidad de volver. ¿Cómo es esta Cuba comparada con la que conocías?
—Yo viví allá desde el 73 hasta el 83 y del 86 al 88 y ahora tuve que regresar por el deceso de un familiar cercano y estuve atendiendo eso, pero también tuve la oportunidad de andar por La Habana y escudriñar en las cosas que más me interesaban, la gente y lo que expresa. En aspectos formales, ha cambiado mucho; en el fondo de la cuestión, no. Da la casualidad de que recientemente también estuve en Rusia, en lo que era la Unión Soviética, y allí el poder lo siguieron ostentando las mismas personas que lo habían tenido, lo que es lógico porque tienen vocación de poder, conocen sus entresijos, porque en sus agendas figuran los teléfonos de todos ministros del mundo, y en las de los disidentes no. Por otro lado, a las empresas del resto del mundo no les interesa que en Cuba o en la ex URSS pase a gobernar una persona con moral intachable; les interesa gente corruptible, entonces está bien que los sucesores sean los hijos de Raúl y tal. Encontré entonces más parentesco con Rusia que con China, aunque formalmente se parezca más a China, porque Cuba mantiene el Partido Comunista, mantiene al líder que hizo la revolución –fue Fidel (Castro), pero (su hermano) Raúl también estuvo desde el Moncada (1953)- y sin embargo va abriendo el mercado y permitiendo un capitalismo de Estado. La transición cubana viene más parecida a lo de Rusia. Quizás terminen abriendo el juego a distintas posibilidades de manifestaciones políticas, de nuevos partidos, pero como un barniz, sin abrirles el grifo de la financiación, con lo cual es casi imposible que alguien pueda comunicar su política a toda la isla.
—¿Cuál es el ánimo político de los cubanos hoy?
—La principal "venganza" de la gente es que no le importa un bledo la política, no quieren saber nada, y por primera vez tienen la posibilidad de hablar de dinero sin hablar de política. No pueden hablar mal del sistema pero pueden no hablar y dedicarse a buscar dinero. Este castigo tiene doble filo, porque Cuba va a necesitar que su población crea en algún proyecto en algún momento. Pero las nuevas generaciones están muy lejos de sentir que unidas pueden lograr algo y he ahí que la disidencia esté tan atomizada, tan diseminada.
—Esa es una incógnita: ¿por qué, aunque haya críticas en términos individuales, colectivamente en Cuba se ve resignación?
—Es una de las cosas que investigamos desde hace tanto tiempo: cómo las dictaduras mal llamadas de izquierda han inducido a las personas a la autocensura. Aparte de la gran represión que implica tener en cada cuadra un comité [Comité de Defensa de la Revolución, CDR], y al haber secuestrado al terminología del bien -el campesinado, el proletariado, la solidaridad, la revolución-, han logrado crear una sensación de culpabilidad en el que se rebelaba. No sabemos por qué en Alemania prefirieron saltar un muro, aún a riesgo de ser baleados, antes que unirse para cambiar algo. En Rusia, un amigo mío se escapó del ejército atravesando todos los montes hasta Viena, y ahora cuando lo visité hacíamos esa reflexión: ¿cómo la gente prefiere pasar esos riesgos, el frío y las balas, el muro y las balas, y en Cuba arrojarse al agua, antes que organizarse para pelear? No tengo la respuesta.
—El bloqueo interno, del que nadie habla, el informativo –un solo diario, televisión estatal, Internet muy incipiente-, ese total monopolio de los medios por la elite en el poder, ¿se está resquebrajando?
—Se está resquebrajando por eso que mencionaste al final, la incipiente Internet, que ahora se va a abrir más y es imposible pararla. Yo fui a las zonas de wi-fi, donde la gente paga dos dólares por una hora; es muy caro todavía pero el que quiere y puede está una hora viendo qué pone Martí Noticias o Infobae o sencillamente viendo cosas del mundo, que es lo que necesitan allá, recibir información. El que tiene interés, más allá de divertirse, puede acceder a mucha información a través de Internet. Tener las opiniones de primera mano, prescindir de los intermediarios oficiales.
—¿Cómo fue recibido Barack Obama?
—Yo estuve cuando vino y también cuando vino el team de las Grandes Ligas de béisbol de Estados Unidos, algo que en Cuba tiene un simbolismo muy grande, y ex profeso me fui antes de la llegada de los Rolling Stones –reitero que mi viaje fue por motivos de duelo. Pero tengo que decir que me interesaba mucho más lo de los Rolling, habida cuenta de que era un símbolo revolucionario de Inglaterra, de más de 40 años, echándose un careo con otro símbolo de más de 50 años en Latinoamérica; sólo que unos por el hedonismo, lo lúdico, tienen un significado de liberación, mientras que el otro es un símbolo de represión. A ver cuál de esos dos dinosaurios ganaba esa semana... Me interesaba más esa pelea que el careo Obama-Raúl.
—¿Y cómo resultó?
—Bueno, el careo Obama-Raúl fue muy interesante aunque la gente no tenía ninguna expectativa. Decían: "Sí, que venga Obama todos los meses", porque arreglaron la ciudad: fue alucinante, ni con Leonid Breznev [N.de la E.: jefe de Estado soviético entre 1964 y 1982] vi yo una cosa igual. Por donde iba a pasar la comitiva, pintaban las caras de los edificios para que los viese Obama, pero no pintaron los costados ni la parte de atrás. La gente decía "que Obama se busque una novia y venga todos los meses". Son los chistes que ayudaron a los cubanos a no tener que suicidarse en todos estos años.
—Pero decías que el careo fue interesante...
—Sí, cuando llegó Obama, todo el escepticismo desapareció, se metió a la gente en el bolsillo. Después en el discurso fue duro y a la vez muy respetuoso, algo que cae bien porque el cubano es celoso de su soberanía. Pero fue un discurso que puso muy nervioso a Fidel o a quien sea que le haya escrito el texto que publicó una semana después. Esa reflexión de Fidel tiene doble destino, va un poco contra Obama pero no es contra Obama porque éste no lee el Granma sino contra la gente de Raúl y contra quienes se podían estar entusiasmando con una posible apertura.
—¿Hay una interna entre los hermanos?
—Creo que sí. Raúl, a la postre, en estos años que ha gobernado, ha mostrado más pragmatismo que Fidel; él sabe que no puede manejar ninguna utopía, tiene cero encanto, pues entonces ha sido más práctico, ha hecho cosas, pequeñas, para disimular, el policía bueno y el policía malo, como le quieran llamar, pero el día a día de la gente cambió mucho, la gente está comiendo, puede viajar, ¡puede viajar! eso es increíble, puede comprarse una casa, un coche, carísimo, pero lo puede hacer.
—¿Se nota un cambio en lo económico entonces?
—Bueno, está aquella cosa que decía (el ex presidente norteamericano Ronald) Reagan, de la política del "chorreo" [derrame], muy de los republicanos, eso de que no hace falta el Estado porque al haber ricos el dinero va cayendo... pues no estoy de acuerdo con eso de que nadie debe gestionar, pero sí, al entrar dinero, alguien trabaja para el cubano que abre el paladar (restaurante privado)... Justamente, otra venganza que se ve es que todos los negocios particulares, todos, absolutamente todos, sin excepción, son mejores, están mejor atendidos, más iluminados, más pintados, son más lindos, que los estatales, incluso los que eran por ejemplo los mejores hoteles.
—¿Se puede imaginar qué le depara el futuro a ese país?
—Cuba tiene varias ventajas, una es que si se solidifica el trabajo de Obama en pos de un deshielo entre ambos países, volvería a contar con Estados Unidos como socio en sus correrías en el mercado, además de que buena parte de los países desarrollados están muy interesados en tener participación en los cambios de la isla, más creo como un hito, como símbolo, que por los dividendos que permita recaudar el mercado cubano. Otra ventaja es que Cuba sólo debe saciar once millones de estómagos, y además parte de cero en cuanto a que puede elegir el sistema socioeconómico que más le plazca. Pero por otro lado cuenta con rémoras como por ejemplo una clase política muy autoritaria, anticuada, una clase empresarial incipiente pero a años luz de competir con sus colegas del exterior y un pueblo muy escéptico, desconfiado e incrédulo con todo proyecto común.
—¿Qué pensás del último Congreso del Partido Comunista (PCC)? Que, nunca está de más recordarlo, es el único partido político de Cuba...
—¿Sabés que hace añares que en Cuba no se puede usar como referencia en el tiempo los períodos presidenciales? En Argentina podemos decir "en tiempos de Alfonsín", por ejemplo, como pasa en cualquier país democrático, con sus más y sus menos: "cuando asumió Clinton", y así. Allá las épocas se miden por la iconografía revolucionaria en los altares del poder. Y en cada congreso del PCC se presenta el debate: ¿qué imágenes deben presidir el escenario? Fueron cambiando según las intenciones y las conveniencias de cada etapa. Desde el comienzo, Fidel fue un maestro de la manipulación y de las maniobras palaciegas. Recordemos que creó el Movimiento 26 de Julio que no se casaba con ninguna ideología, y cada vez que podía Fidel aclaraba enfáticamente que él era un revolucionario "no comunista", incluso denunciaba que el comunismo se plasmaba a través de una dictadura, y que él luchaba para reinstaurar la democracia. Pero cuando Moscú le prometió el oro y el moro, pasó a ser un marxista leninista convencido, que desde su infancia no hacía otra cosa que leer a Lenin. Cuando la URSS cayó, fue más martiano que marxista, más latinoamericanista que internacionalista proletario, más bolivariano que leninista. Claro, estaba el petróleo de la Venezuela de Hugo Chávez.
—¿Y ahora?
—Desde que Raúl tomó la presidencia, siempre bajo la escudriñadora mirada de su hermano gravemente enfermo pero en absoluto distraído, fue mostrando de a poco simpatía por el área capitalista y todo ello concluyó en un clímax histórico, tras besos y caricias con USA y Francia, con la visita de Obama, su derroche de encanto, su aporte de esperanzas al pueblo cubano de algo genuinamente nuevo y, como te decía, un discurso preciso, respetuoso de la soberanía y de los valores cubanos, pero severo, con ternura de amigos, respecto de las libertades individuales, de mercado y de asociación y participación ciudadana en la política interna. Volviendo al Congreso, se sabe la importancia de la iconografía en las puestas en escena de estos regímenes, y últimamente habían desaparecido las figuras del comunismo. Era de suponer que, acorde con el futuro que se pretende, se iban a usar en este VII Congreso próceres más cercanos a Estados Unidos, pero la alerta ante la simpatía profunda que despertó Obama, los llevó a replegarse. La escenificación de este retorno cíclico a un tiempo perenne se hizo colocando en el altar de las imágenes santorales, con una chapucería que traicionó la prisa, a Carlos Baliño, fundador junto a Martí de los mambises [guerrilleros] de la guerra de independencia y treinta años más tarde del PSP (el Partido Comunista), junto a Julio Antonio Mella, uno de los precursores del comunismo en Cuba, el segundo que sale en el cartel, y con un tamaño desproporcionado, en colores, Fidel Castro cuando aún podía articular un discurso.
—O sea que la visita de Obama los inquietó un poco...
—Y, ante el tsunami de simpatía "Obamense" y la abulia que transmite la insipidez "Rauliana", decidieron sacar del sarcófago a la momia "Guarapo" [Fidel], no sólo en imágenes, sino de cuerpo presente en el cierre del Congreso, en primera fila. Y en las conclusiones, lamentablemente, dejaron claro que han decidido tomar una actitud profundamente reaccionaria, bloqueando por 5 años más cualquier cambio en el sentido que se venía insinuando, con ataques retóricos pour la gallerie hacia el prematuro y veloz acercamiento a la presidencia de Estados Unidos y recuperando el lenguaje de trincheras ante la sorpresiva simpatía que mostró el pueblo cubano por el presidente norteamericano.
—No significa que se vaya a cortar toda apertura, ¿o sí?
—No, claro que no, por lo bajo siguen firmando todo tipo de contratos con poderosas empresas norteamericanas de capital ciertamente no comunista. Pero no hay derecho a hacer sufrir más a la gente. No hay derecho a que secuestren a Cuba y la manejen a su antojo, destruyendo una y otra vez, todas y cada una de las riquezas, bajo la excusa de darle al pueblo precisamente lo que más le han escamoteado: libertad y progreso. ¿Hay derecho?
—¿Podemos cerrar con una nota optimista? Por ejemplo, si volvés dentro de diez años, ¿cómo te imaginás que encontrarás a Cuba?
—Tiene todos los elementos para que la encuentre regia, estupenda, con una calidad de vida alta; otros países no tienen ese potencial. Pero lo que no me atrevo a asegurar, de verdad, es que su dirigencia actual vaya a mostrar la generosidad necesaria para abrir el juego a todos los sectores de la población y que tal desarrollo económico social se haga realidad.
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