La llegada de Francisco a Cuba coincide con la liberación de 3.500 presos políticos, que bien pueden ser recapturados el día siguiente a la partida del papa de la isla.
FOTO DEBAJO: Mientras no cambien las leyes, los presos políticos seguirán siendo moneda de intercambio del régimen cubano. (Mdzol)
Del 19 al 22 de septiembre viene un tercer Papa católico a Cuba y, como de costumbre, el régimen de los hermanos Castro cae en trance de misericordia.
Esta vez, sus cancerberos han liberado a 3.522 presos, unos quinientos más de los concedidos en marzo de 2012 a Benedicto XVI, y unos tres mil más de los entregados gracias a Juan Pablo II tras su visita de enero de 1998. En cada caso, el mundo —admirado— ha aplaudido esos gestos del castrismo como una victoria para los derechos humanos en la isla.
Asimismo, como recompensa por su discurso del 17 de diciembre de 2014, el general Raúl Castro le regaló 53 reclusos considerados políticos al presidente Barack Obama. Algunos de ellos, como los activistas afrocubanos Sonia Garro y su esposo Ramón Alejandro Muñoz habían estado tras las rejas casi tres años, ¡sin juicio!.
O sea, secuestrados por el Estado (ambos no tan paradójica como perversamente encarcelados durante la ola represiva en paralelo a las misas de Benedicto XVI). Pero el mundo —admirado— también aplaudió ese gesto del castrismo como un gesto de buena voluntad de cara a la supuesta transición cubana y la apertura de los mercados marxistas al Tío Sam.
En Cuba la población penal ha oscilado en las últimas dos décadas entre los 50 y 60 mil reos, teniendo nuestro país la altísima proporción de más de 500 prisioneros por cada cien mil habitantes. Pero ese dato tan desastroso es lo de menos.
Se trata de indultos reales que nos toman por sorpresa: tan despóticos como aquellos pulgares hacia arriba o hacia abajo del Emperador
Lo peor es que la ley cubana sigue inquisitorialmente intacta, represiva y retrógrada, con pena de muerte, con delitos de desacato al Comandante en Jefe, con leyes mordaza que todo lo criminalizan como “propaganda enemiga”, y con cláusulas de peligrosidad predelictiva calcadas del fascismo italiano. Mientras que los órganos paramilitares de la Seguridad del Estado se aseguran de que, al margen de ese mismo Código Penal, cualquier ciudadano cubano pueda ser chantajeado con ir a la cárcel por cualquier motivo. Y esto incluye lo mismo a ministros que a mendigos. Lo mismo a exagentes que a ex-exiliados.
Por lo tanto, si en Cuba no existieran los presos políticos, habría que inventarlos a la carrera. O, de lo contrario, de pronto la dictadura se quedaría sin moneda de cambio para negociar con la Unión Europea y con los Estados Unidos y, por supuesto, con el representante de Dios en La Tierra.
Dada la duración y la crudeza de la tiranía caribeña, que fusiló a miles con carácter festivo y ha forzado a casi un quinto de nuestra población a expatriarse, hoy por hoy hasta a los presos políticos hay que inventarlos por parte del Estado totalitario. Es por esto que hay mucho de tétrico teatro en la lógica de protesta-pacífica + represión-popular en las calles cubanas. Es un ciclo que no pone en riesgo para nada el poder de los Castro. Antes bien, es una agenda que ellos mismos manipulan a su conveniencia, según les convenga comportarse como el policía bueno o el policía malo ante el contexto internacional.
Mientras no exista separación de poderes en la sociedad cubana, mientras no se tolere ni la menor libertad de expresión ni de asociación, mientras no haya una institucionalidad civil independiente de la élite corporativa-militar, mientras la Constitución no permita cuestionar al socialismo en tanto modelo “irrevocable” a perpetuidad, técnicamente da igual que se liberen 5 o 55 mil presos. En ningún caso se trata de una amnistía con base en la presión social, pues se trata siempre de una especie de indultos reales que nos toman por sorpresa: gestos tan despóticos como aquellos pulgares hacia arriba o hacia abajo en los coliseos sangrientos del Emperador.
Berta Soler, la líder del movimiento cívico Las Damas de Blanco en la Isla, lo ha resumido con sagaz precisión: “El Gobierno cubano es muy astuto y no será la primera vez que, antes de anunciar una excarcelación de presos como ésta, se dedica meses antes a encarcelar a gente por delitos menores, para luego soltarlos e inflar las cifras”.
Me alegro de corazón por mis compatriotas liberados. Me lamento de que millones de compatriotas aún no comprendan que ni uno solo de nosotros ha sido aún liberado. Mientras el mundo —admirado— aplaude los límites de nuestra libertad a plazos.
Orlando Luis Pardo Lazo es un escritor y fotógrafo cubano, miembro visitante del Proyecto Internacional de Escritores, y profesor adjunto de la Universidad Brown. Sígalo en Twitter: @OLPL, y su blog Lunes de Post-Revolución.
Publicado en /es.panampost/.
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