Una alerta ante la desesperación. Por Martha Beatriz Roque Cabello.
Soy de las que piensan que el régimen cubano no está preparado para las renovaciones que se avecinan, no solo a partir de la decisión de restablecer relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América, pero también de lo que se derive de las conversaciones con la Unión Europea.
Es por eso que en estos días en mi entorno personal he podido constatar algunas chapucerías por parte de la policía política, que me atrevo a enumerar, por la preocupación de algunos amigos de que se vayan a convertir en algo fatal.
En varias ocasiones, durante la visita a La Habana del Dr. Santiago Emilio Márquez Frías, comunicador de Manzanillo, Granma; cuando hemos regresado a la casa, nos ha sido muy difícil abrir la puerta del apartamento, porque la cerradura, al parecer ha sido manipulada; algo bien fácil de detectar, pues siempre se pudo abrir con facilidad.
Como vivo sola, en un edificio de 47 apartamentos y la Seguridad del Estado ha creado un medio hostil alrededor de mi persona con toda una serie de vecinos que me rodean. Incluso ha puesto un mural cuando se sube la escalera del edificio, con fotos e insultos de los que han salido en el periódico Granma; que incluyen a otros disidentes como Berta Soler y Guillermo Fariñas; no tendrían ningún inconveniente en regresar a mi casa y que cualquiera de estas personas se prestara a avisar si estoy llegando.
En una ocasión pude constatar objetos de uso personal dentro de mi escaparate, que no acostumbro a dejar regados. Pero al parecer lo que han estado buscando no lo han encontrado.
El pasado martes 24, cuando regresaba a la casa con María Cristina Labrada Varona, una comunicadora de la Red, se percató que la cafetera no tenía la cantidad de café colado que había dejado, pues es transparente y precisamente antes de ir a salir, fue ella la que lo hizo. Lo que quiere decir que han manipulado mis alimentos.
El miércoles una persona con la que tengo relaciones por la Iglesia, me llamó la atención de un par de zapatos que estaban puestos en la zapatera de forma diferente a como ella los había dejado el día anterior. Cuando fui a comprobar todos los zapatos habían sido removidos y colocados de una forma que no acostumbro.
Otra comunicadora nombrada Maritza Concepción Sarmientos, el pasado 20 de marzo cuando entró en mi casa me preguntó: “¿Y ahora, qué hiciste?” Me quedé anonada, porque no tenía idea de lo que estaba hablando. Ella me explicó que cuando tocó a mi puerta 4 oficiales de la Seguridad del Estado, salían del apartamento de al lado, muy pegado al mío, pared con pared. Enseguida reaccioné, porque acababa de asomarme al balcón para ver irse de mi casa un diplomático que había estado de visita.
Al parecer “los muchachitos” de la policía política están nerviosos por algo, o preocupados, en la mejor de las intenciones; pero amigos cercanos a mí, se aterrorizan de que vayan a querer asesinarme.
Para nadie es una paranoia, porque hay hechos recientes, que no han podido aclararse aún en los que están implicados opositores que han muerto y hay motivos para pensar que ha estado presente la mano oscura de la Seguridad del Estado.
Lo que sí hay que destacar que los oficiales jóvenes que no tienen la escuela de la KGB soviética, están siendo bastante chapuceros, quizás por un estado de desesperación producido por la posibilidad de la pérdida de sus trabajos y también de sus prebendas. Esto se puede apreciar incluso en la forma tan descuidada a la que están llevando a los agentes, a hacerse prácticamente públicos, a partir de insultos, chismes e intolerancia.
Al hacer esta nota, he cumplido con los amigos que están preocupados, porque oír es muy importante para todo el que esté en la oposición.
La Habana, 26 de marzo de 2015.
mbrcnuevocorreo@gmail.com
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