Primero el poder, después el país Por Pedro Benitez Noticiero Digital.com 7 Septiembre, 2014
La cuestión es muy clara: para Nicolás Maduro su prioridad es el poder, en su mente las necesidades del país pueden esperar. Primero quiere acumular y conservarlo. Quitarse de encima a los estorbos: Giordani (el radical) y Ramírez (el pragmático). Acallar cualquier crítica dentro del gobierno, en el partido y en la opinión pública. Aislado en Miraflores, en la caravana presidencial y en su ideología, es insensible a las crecientes dificultades que diariamente padecen venezolanos.
Primero, segundo y tercero es la revolución. La política, el partido y las comunas.
Son fines en sí mismos, no medios para construir un mejor país.
No se le ha escuchado decir nada, cualquier cosa, lo que sea sobre la crisis en los hospitales y la falta de insumos médicos para los enfermos de cáncer o del corazón. Nada, ni una palabra. Para él, el problema de la escasez no es la falta de productos sino las colas. Eso es lo que quiere eliminar. No el problema sino la percepción de las colas.
Por eso prohibió publicar hasta nuevo aviso los índices de inflación, escasez y desempeño del PIB. Desde su punto de vista la cuestión no es la alta inflación, la contracción de la economía o que por ejemplo la harina para hacer arepas aparece y desparece, o que la leche líquida y en polvo sea recuerdo del pasado. No; el problema es que las agencias de riesgo internacionales, los economistas e interesados en general vean todo eso reflejado en la página web del BCV.
Nicolás Maduro está montado en un proyecto de poder personal y personalismo. Quiere concentrar todo el poder en su persona y no compartirlo. En los pasillos de Miraflores se está librando el clásico juego del poder mientras la inflación va fácilmente y sin obstáculos rumbo a 100%. Elías Jaua ahora como vicepresidente del Socialismo Territorial y ministro para las Comunas es una señal clarísima de que el proyecto del socialismo real a la venezolana sigue en pie y para allá van.
Así nos irá hasta que Maduro cambie (otra vez de opinión) y haga otro amague hacia el pragmatismo despertando esperanzas (nuevamente) en los venezolanos de buen corazón.
Sin embargo, Maduro y la “revolución” tienen, digámoslo así, un inconveniente: inflación, escasez, caída de la actividad económica y elecciones no son compatibles. Una de las cuatros cosas sobra en la ecuación. Así dispongan de este CNE y sus condiciones electorales. Lenin y Fidel Castro lo sabían, por esa razón no hacían elecciones.
Vistas así las cosas, si tiene que haber un sacudón, pero en la oposición.
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