Luces o sombras: hacia dónde encaminarse. Por Aimée Cabrera.
La juventud cubana comienza cada vez, a edades más tempranas. Los niños de diez años dan muestras de precocidad, al imitar a los adultos que se expresan y accionan más, con mala que con buena intención, en la interminable imposición de malos hábitos que culminan con la agresividad, tan cercana a la delincuencia. Demostraciones que debían poner en aviso a los padres, como sucede con las niñas que nada tienen que envidiarles a las bailarinas eróticas, o el varón que, antes de los quince engendra a su primogénito, son “proezas” que los llenan de franco orgullo. Dentro de la gran mentira creada por el gobierno para enmascarar con habilidad estos y otros comportamientos, y recibir halagos de organizaciones que apoyan a la infancia en el mundo, en la Isla nace y se desarrolla una niñez que quema etapas y, sin madurez asume estereotipos que dan al traste con su futura integralidad. Los que investigan la juventud cubana actual opinan que no existen diferencias entre los jóvenes y su identidad nacional, al tener como referencia a los niños y adolescentes que se expresan con frases y palabras manidas que ensalzan falsas victorias y ponen de manifiesto la misma doble moral aplicada a todas las esferas de la vida diaria. Sus padres o abuelos nacieron y crecieron bajo la imagen de vivir en un país modelo de equidad y logros para sus ciudadanos, gracias a “las bondades” aparecidas a partir de 1959 y, se impregnaron de ideas de las que aún no se han podido desembarazar o, han hecho un rompimiento total de las mismas, con la consabida decepción ante el engaño y la manipulación que parece no acabar nunca: esta crisis moral llega a todo los que los rodean. Las nuevas generaciones de cubanos han optado por dejar que el agua corra y los lleve hasta donde se pueda, sin buscarse problemas. La vida estudiantil no tiene nada de emotiva. Las opciones que seleccionan los estudiantes para cursar estudios medio superiores o universitarios son pocas veces otorgadas. “Escogí tres (opciones) pero no me dieron ninguna. Bajan muy pocas a los municipios. Mis padres me dicen que mejor haga el Pre (preuniversitario) y a lo mejor encuentro algo que me guste más”, confiesa sin esperanzas un alumno del nivel secundario que vive en el Cotorro. Lo mismo sucede con los que terminan el 12 grado y las opciones no son tampoco de su agrado, o se van por acatar las carreras impuestas como pasa con Agronomía y Pedagogía, “para ambas tiene que haber disposición, deseos de estudiarlas”, opina una habanera, profesora de preuniversitario. El tema central del XI Pleno del Comité Nacional del Sindicato de Trabajadores de la Educación, las Ciencias y el Deporte es que todos los eslabones implicados en el proceso de enseñanza-aprendizaje estén unidos para lograr un camino exitoso en cuanto a que los jóvenes tengan una preparación profesional. Lo malo de esta sentencia es que en Cuba lo profesional va unido a lo político, y ese es uno de los grandes errores de la educación impuesta desde que se eliminaron las escuelas privadas y comenzó el primer curso escolar del Ministerio de Educación (MINED) en el año 1961, con su obligatoriedad de que cada estudiante tiene que ser pionero y gritar consignas sin saber qué dicen.
La primera era “pioneros por el socialismo, siempre listos” y acercaba a la Unión de Pioneros a una variante de los “boy scouts” pero al morir Ernesto “Che” Guevara, la frase fue más contundente “pioneros por el comunismo, seremos como el Che” y ahí cambió todo para empeorar, estableciendo nocivas diferencias entre los pequeños cuando sus padres son “Testigos de Jehová” o simplemente dan a conocer sus ideales, contrarios a los implantados por el gobierno. Las diferencias abismales en el marco de lo político pueden llevar al estudiante a no poder obtener el estudio seleccionado aún tenga el margen de puntuación establecido. Si en los años sesenta, un alumno que fuera primer expediente del bachillerato, que no negaba su fe cristiana, tenía que conformarse con estudiar en el Instituto Pedagógico y no podía ser médico; ahora sucede muy parecido, pero los métodos discriminatorios son más solapados. Los padres con doble moral dejan que sus hijos se gradúen en academias militares y en los preuniversitarios especializados como el del Ministerio del Interior (MININT) para después inventarles enfermedades en los primeros años de la carrera que le es otorgada y, que puedan licenciarse y terminarlas en lo civil o, escoger algún otro estudio. Los adolescentes crecen y con ellos las ansias de ser libres. No dicen nada pero están a la expectativa de ver su sueño hecho realidad. No hay más que ver a los jóvenes deportistas y artistas que en su primer viaje al exterior desertan como sucedió en fecha reciente con algunos de los bailarines del Ballet Nacional de Alicia Alonso en su gira por Puerto Rico. Ahora que es tiempo de vacacionar, los medios tratan de esconder la realidad de niños y jóvenes cubanos. La IV Encuesta Nacional de Juventud arrojó que más del 95 % de los jóvenes entrevistados dijo sentirse orgulloso de su identidad como cubanos. Pueden ser los mismos u otros los que asedian a los turistas que pasean por las principales ciudades de la Isla o los que nunca tendrán dinero para vestirse de marca, viajar al país sede de los principales eventos deportivos del mundo, o estudiar lo que puede convertirlos en una figura de renombre. Muchos de ellos seguirán poniendo en peligro sus vidas intentando la salida ilegal del país, sin las menores condiciones, u optarán por prostituirse en su patria o en cualquier otra nación donde prefieran convertirse en esclavos del placer. No todos pueden marchar al exterior con su familia o con una pareja con la que contraigan matrimonio sin intereses. Ahora, con el pronto comienzo de las vacaciones de verano que duran más de un mes, volverán los mismos divertimentos de siempre: la playa, el Malecón, el pabellón Cuba, Expocuba, el campismo, las discotecas, visitar a un familiar en el campo, o ver programas de estreno o reestreno por la televisión, para llegar a un nuevo curso escolar más exigente y menos estimulante.
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