No hablo más de política. Por Noel Cruz.
El título de este reportaje de opinión tomó por sorpresa a un amigo que siempre me da la opinión sobre las cosas que escribo antes de enviarlos al editor de esta prestigiosa web de Cuba Democracia y Vida.org. Ya los acontecimientos actuales me revuelven el alma con deseos de vomitar afuera todos mis sentimientos. Enseguida supe que estas aperturas del gobierno cubano iban a traer como consecuencias una avalancha de solicitudes de salidas al extranjero de miles de cubanos entre ellos de muchos de los llamados disidentes. Mi expresión al leer sobre estas aperturas fue la siguiente y repito textualmente “Ahora a coger mangos bajitos”.
Lo que sucede en Cuba y con esos cubanos aprovechadores me recuerda una anécdota que viví personalmente en la Habana en los años 1990. Recuerdo que en la televisión cubana había un programa llamado “Vale la pena”, que tenía como anfitrión a un profesor de Psicología de la Universidad de la Habana, recuerdo que el profesor se llama Manuel Calviño. Durante la duración del programa el profesor leía cartas que le enviaban las personas planteándole diferentes problemas y al final después de un análisis y de ponerse del lado de las dos partes, el siempre terminaba su programa diciendo la frase que daba título al mismo “Vale la pena”. El programa estuvo en el aire durante los años más difíciles del periodo especial cubano, y recuerdo que en una ocasión mientras caminaba por las calles de la Habana con mi padre nos tropezamos a Manuel Calviño sentado en un lugar de “cache” tomándose una cerveza y mi padre con todo el corazón le dijo al famoso profesor “Epa profesor, así si vale la pena”. El psicólogo sonrió pícaramente a mi padre y muy afectuosamente nos saludó a ambos después. Ahora, al pasar de los años recuerdo este momento al ver que ahora los que salen al extranjero y que se decían disidentes hablan bien del gobierno cubano y hasta apoyan sus causas y las bautizan como justas. Se me antoja pensar que al vivir la dulce vida y poder salir al exterior les hace olvidar que todavía existe un sistema autoritario que quedo bajo el tren de aterrizaje del avión cuando dejaron atrás la isla. No sé qué me da, si asco, pena, indignación, no sé qué hacer, si aplaudir, protestar, reírme o llorar. Lo cierto es que sí me duele lo que está pasando con estas personas que solamente esperaban poder coger mangos bajitos. Me duele ver como al tener un chance de estar un poco mejor no utilizan sus posiciones para atacar con todas las fuerzas a un sistema que no permite una competencia política en una isla habitada por 11 millones de cubanos. Los que estamos aquí ya estamos cansados de sentarnos a escribir y de dar nuestras opiniones y de buscar y rebuscar noticias para mantener a los de Cuba informados y para informar al resto del mundo de las injusticias que están sucediendo en Cuba. Me duele que nuestro esfuerzo sea en vano, que solo este alimentando un barril sin fondo. Todas estas personas que están gozando de este privilegio de salir al extranjero, se olvidan que quedan atrás millones de cubanos que no pueden ni tan siquiera soñar con poder tener el ya permitido pasaporte pues no pueden ni pagarlo reuniendo en su totalidad seis meses de salario. Claro, los que están saliendo no lo hacen con su propio dinero, lo hacen con el dinero que les regalan quienes los invitan, dinero que ellos no han sudado para nada.
Si me obligaran a sentir algo, pues sí digo que sentiría indignación hasta cierto punto, indignación. No estoy en contra de que la gente salga, nadie me mal interprete, todo lo contrario, pero cuando salgan que se acuerden de donde salieron. Recoger premios, hacer compras en los centros comerciales, matarse las ganas de comer carne de res y langosta y de hacer todas las cosas prohibidas en la Isla es lo que parece interesarles a estas personas. Luego dicen que disidentes... disidentes aquellos que han muerto en una huelga de hambre, disidentes aquellos que han estado en celdas tapiadas, disidentes aquellos que no aceptan dinero de nadie y tienen lo que tenía Maceo para saltar las vallas antes de la misa del Papa en Santiago de Cuba y gritar “Libertad” y “Abajo el comunismo”. Esos son los que merecen todo mi respeto.
Yo por lo demás no hablo más de política, no me pasaré más horas desvelado y cansado después de pasar más de 14 horas seguidas en mi trabajo. Por eso Cuba sigue como está, por eso no vamos a cambiar.
¡Que sabio fue Dios al mandar un diluvio para comenzar desde cero! Nada, cosas que se me antoja pensar.
noelcperez@gmail.com
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