CUBA: El revés que se avecina. Por Miriam Celaya.
La agonía de Chávez abre un escenario complicado para los jerarcas de La Habana.
La Habana- 11-01-2013- La primera vez que escuché la frase "convertiremos el revés en victoria" fue en el discurso que pronunciara el otrora Invicto en Jefe tras el fracaso de la zafra de los Diez Millones (1970). Para entonces yo no había cumplido los 11 años, pero recuerdo la tristeza de muchos adultos —que se habían creído a pie juntillas el éxito de la aventura de Castro I con la sacarosa— y la apoteosis de aplausos que siguió. Si el Comandante lo decía, sería así: tras el revés se iniciaría una era de victorias. Al conjuro de una sola oración del hipnotizador, todos olvidaron que la estaba pronunciando el mismo sujeto que durante los meses anteriores había asegurado con igual convicción: "los diez millones van…". Y nunca fueron.
El paso de los años demostró que, en realidad, en la Cuba "socialista" cada posible victoria se ha convertido en un nuevo fracaso. Pero este texto de hoy no versa sobre ese tema, sino a propósito de la más reciente descontextualización de aquella declaración acerca de la metamorfosis de los reveses, ahora aplicada a la realidad actual.
He aquí que el periódico Granma del primero de enero de 2013 nos la trajo renovada, como para regalo, en un enorme titular rojo que anunciaba sobre la primera plana: El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias. Bajo la frase y casi tan vieja como la leyenda del Moncada, se mostraba una fotografía ampliada de los hermanos Castro —y solo de ellos en una foto originalmente de grupo—, quienes alzan puño y fusil, respectivamente.
Ahora bien, teniendo en cuenta la antigüedad del enunciado y de la fotografía —y toda vez que en el recientemente clausurado período de sesiones de la Asamblea General, el General-Presidente hizo un discurso marcadamente optimista sobre los avances de Cuba durante 2012 y en referencia a los logros que han de producirse durante 2013—, habría que preguntar qué revés nos amenaza de tal forma que se reflejó en la primera propuesta del nuevo año por parte del órgano oficial del PCC. Comenzó enero de cara a un "revés" no manifiesto, pero obvio.
La muerte de Chávez
Ni siquiera se precisa ser un especialista en descifrar el lenguaje críptico de la castrocracia: cualquier lector podrá adivina la agudización de la crisis que sobrevendrá a la evidentemente cercana muerte del presidente venezolano, cuando se compriman y finalmente se extingan los subsidios para la dictadura cubana.
El pasado viernes 4, también en la primera plana, el mismo periódico se encargó de comenzar a preparar a la opinión pública para el inminente deceso del dictador constitucional de Venezuela: Presidente Chávez bajo complicaciones por infección pulmonar, decía el titular; y en el interior se reproducía íntegramente el Comunicado Oficial leído por el Vicepresidente Ejecutivo, Nicolás Maduro, en el que se evidencia el grave estado del Presidente. En un país donde rige el secretismo informativo, tal confesión equivale prácticamente a una despedida de duelo.
En lo personal, no siento un particular regodeo por el sufrimiento de ningún ser humano, lo cual no obsta para que comprenda que algunas personas son más beneficiosas muertas que vivas. En definitiva la muerte del caudillo no depende de nuestros deseos o aspiraciones particulares. Pero lo cierto es que ya Chávez salió del juego; simplemente no está, y lo que se derivará de su ausencia tendrá un impacto importante para Cuba y para el futuro mediato de los cubanos.
Tarde o temprano el chavismo se extinguirá también tras la muerte de Chávez, porque los regímenes que se fundan sobre el carisma y el populismo de un caudillo carecen de bases sólidas y no se sostienen sin él. Los gobiernos populistas dilapidan la riqueza nacional para sostener tanto los desproporcionados programas sociales como las dádivas y los compromisos políticos, para comprar el apoyo de las masas y para sobornar y envolver a amplios sectores. Pero, incapaces de crear riqueza económica, arruinan la economía de las naciones. A pesar de sus enormes recursos naturales, Venezuela ya está asistiendo a las consecuencias de la irracionalidad chavista y, con seguridad, en tiempos venideros se pondrá en evidencia todo el peso de las "gratuidades bolivarianas". Todo populismo es, por naturaleza, insostenible.
Lo que se avecina
Tampoco parece haber en el horizonte visible una nave salvadora para el decadente castrismo en Cuba, al menos ninguna capaz de sustituir la magnitud del auxilio que ha prestado el petróleo venezolano en más de una década. Por mi parte, me cuento entre los incrédulos acerca de alguna última carta oculta del General Castro. Esta vez el revés que se avecina también golpeará con fuerza a la cúpula cubana.
De haber sido previsor, Castro II hubiese dado pasos más firmes en la implementación de medidas efectivas, en particular las referentes a la producción de alimentos y también otras, encaminadas a mejorar la mísera economía interna. Pero está visto que sin el reconocimiento de las libertades políticas imprescindibles es imposible revertir la decadencia general.
Contrario a lo que señala el sentido común, este año se pondrán en vigor reformas más impopulares y draconianas: se aumentarán los impuestos, se impondrán nuevas amarras a la minúscula iniciativa privada. A la vez, la planta de níquel ha cerrado, la producción de alimentos no acaba de despegar, se mantiene la dependencia de las importaciones, las donaciones y los subsidios, y al gobierno solo le van quedando tres ingresos directos visibles: el turismo (todavía insuficiente), las remesas y lo que reste por disfrutar de los regalos bolivarianos.
Hasta ahora, la brújula oficial marca el rumbo hacia la explotación del trabajo del anémico sector privado a través de las nuevas disposiciones tributarias. Los meses venideros tienden a marcar un reto, no solo para el gobierno, sino para toda la sociedad en su conjunto.
Es así que, desde la perspectiva de hoy, la triunfante frase de aquel jactancioso guerrillero verdeolivo asume un tono lúgubre. Mientras el mandatario venezolano agoniza entre bambalinas, ha dejado un escenario complicado, tanto para su propio país como en los palacios de los jerarcas de La Habana. Durante los últimos 54 años la castrocracia solo ha marcado reveses en la vida nacional. Es tiempo de que los cubanos optemos por definir y alcanzar nuestras propias victorias.
[DDC]
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