MIS OPINIONES: PELIGROS, DEPENDENCIA Y PATRIA. Por Noel Cruz.
Cuba se acostumbró por más de 25 años a vivir de la dependencia económica que le brindaba su más antiguo socio comercial, la extinta (gracias a Dios) Unión Soviética.
El gobierno de Fidel Castro hizo dependencia total del sistema socialista-comunista durante todo aquel tiempo privando así a los cubanos de un desarrollo propio en campos en que los cubanos podrían ser insuperables contra cualquier país. Nadie puede dudar que el azúcar de Cuba es la mejor que se producía en todo el planeta, que el café cubano es de excelente calidad, y que el tabaco por decirlo así de cierta manera es insuperable. Todas esas cosas se las llevaron los bolos, todo el azúcar, el tabaco, el café que producía esa pequeña isla del caribe. Mientras los cubanos nos acostumbrábamos a comer la carne enlatada y a usar los productos que prácticamente llegaban a la isla como regalías en aquel entonces. ¿Quién no recuerda esas planchas eléctricas que a veces de pasarlas por encima de la ropa ya se quedaban pegadas en las prendas de vestir? ¿Quién no recuerda aquellos canapés o catres de lona que tenían alrededor aquellos incontables muelles o resortes que si a media noche se reventaba uno se lo encajaba en la piel? O ¿los desodorantes de tubo que le daban a uno hasta golondrinos? Se llenó la Habana de aquellos carritos pequeños (los Fiat polaquitos más bien conocidos como Polskis) en los que malamente caben dos personas. Tenían que conformarse las familias cubanas con aquellos televisores caribes que daban por premio en los centros de trabajo, y que al final perdían las patas por el comején y cuando tenían ya más del año de explotación había que darles un golpe en el costado para que “agarrara” la señal o encendieran.
Uff, cuantos recuerdos llegan a mi mente, recuerdos que me traen a memoria una época que jamás quisiera volver a vivir. Fue una época de represión silenciosa, donde te condenaban en prisión por hasta diez años por tener un dólar en el bolsillo, o te expulsaban del trabajo por tener comunicación con tu madre, tu padre o tu hermano si se habían ido del país hacia algunos años antes. Cuando te ponían frente a un tribunal popular por tener una revista “extranjera” que sabe Dios como pudo entrar al país en aquella época, o simplemente por pensar diferente a los demás te marcaban como un parasito social. Conozco a muchos religiosos que fueron enviados a los campos de trabajo forzados como castigo de profesar una Fe diferente a la ideología comunista. Conozco un matrimonio de ancianitos, que perdieron a su hijo que fue “ajusticiado” por tener una inclinación homosexual. Nadie podía hablar en aquella época de Celia Cruz, (aunque ahora tampoco se puede) nadie podía decir un “Hello” o un “Yes”, había que decir “привет” o “если”. En fin éramos soldaditos de juguete en manos de personas que nos manejaban a su antojo. Lo peor no fue eso obviamente, lo peor para muchos fue cuando aquel gigante comunista de la URSS dijo “hasta aquí”, ellos si se dieron cuenta que el sistema no funcionaba, que en tanto en teoría como en la práctica estaba completamente obsoleto. Se quedaron miles de familias cubanas sin aquel subsidio del que dependían, o de aquel subsidio del que todavía dependen. Hay familias, más de miles de ellas, que tienen que acostumbrarse con tener seis libras de arroz para todo el mes, o siete huevos para toda una quincena. No voy a enumerar los productos básicos que otorga el gobierno a aquellas personas que no tienen familiares en el extranjero y que no tienen otra manera de subsistencia. Eso queridos amigos es el socialismo del siglo 21 como dijera Fidel Castro. Ahora, aquella pesadilla parece o amenaza con volver a repetirse ante la posibilidad de que el jefe de estado de Venezuela (nación de la que Cuba depende en la actualidad) deje el poder acosado por una enfermedad. Los cubanos están con los pelos de punta ante esa posibilidad, y no los culpo, pues recuerdo por ejemplo esos largos cortes de luz eléctrica que duraban hasta 16 horas diarias. Debido a la situación me veo obligado a ayudar monetariamente a mis padres, y cada vez que le digo a algún amigo en el exilio que les envíe dinero a mis progenitores, me insulta y me dice que al final ese dinero va a parar a mano de los Castro, y que de cierta manera ayuda al sostenimiento del régimen. Lejos de sentirme culpable, con cada una de las palabras de esa naturaleza, lo que siento es más fuerzas para seguir ayudando a mis padres, hoy mismo les acabo de enviar una remesa decente para que puedan tener un plato de comida en estas fiestas navideñas. Yo no voy a permitir que mis padres pasen hambre por la opinión de unos que dicen que el dinero de los envíos sostiene el sistema. Si tan solo supieran esos amigos que el sistema de la Isla lo que menos necesita es el dinero de las remesas que le mandamos a nuestras familias, entonces cambiarían de opinión. Recibí un email de otro gran amigo hace unos días, (email que guardo celosamente como un tesoro) en el que me decía textualmente, “quien no quiere a sus padres, no quiere a nadie”. ¿Con que paz podría recostar mi cabeza en mi almohada para dormir habiéndome comido un bistec, sabiendo que mi familia se acostó con solamente un plato de arroz sin frijoles? Lo siento mis queridos amigos, mi conciencia no me permitiría estar en paz conmigo mismo. Respeto la opinión de cada cual aunque tomo mis propias decisiones. Mientras tanto pienso en esas otras familias que dependen categóricamente de esta nueva providencia que pende de un hilo al estar en vilo la salud del mandamás de Venezuela.
Pienso y recito en mi mente ese poema de Martí cuando dijo:
El amor, madre, a la patria No es el amor ridículo a la tierra, Ni a la yerba que pisan nuestras plantas; Es el odio invencible a quien la oprime, Es el rencor eterno a quien la ataca; - Y tal amor despierta en nuestro pecho El mundo de recuerdos que nos llama A la vida otra vez, cuando la sangre Herida brota con angustia el alma; - La imagen del amor que nos consuela Y las memorias plácidas que guarda.
Para mí en particular, mi patria es ese pedazo de tierra en el caribe, ese pedazo de tierra donde se desangraron miles de cubanos dignos en las luchas por nuestra independencia. Mi patria es el derecho a la libertad, mi patria es el amor por la bandera y el canto de mi himno nacional. Pero también, mi patria, queridos amigos, mi patria es mi familia.
noelcperez@gmail.com
___________________________________
|