Una festividad de Nuestra Señora de las Mercedes en La Habana. Por Eloy A González.
El día 24 de septiembre, la Iglesia Católica celebra la festividad de Nuestra Señora de la Merced o de las Mercedes, Patrona de los cautivos, la cual es objeto de una gran devoción entre los cubanos y también es identificada por la religiosidad popular como el oricha Obatalá. El fervor entre los cubanos se acrecienta porque esta, la Virgen de la Merced, se relaciona con el mundo carcelario en Cuba, la honran por igual los presos comunes y los presos políticos. Los familiares de los reos llegan a sus pies en una genuina expresión de fe que busca los favores de la Virgen para que haga posible la liberación de los cautivos. La celebración en los últimos años trae un mensaje político de gran significado. La Iglesia de nuestra Señora de la Merced, es un templo suntuoso construido entre los años 1865 – 1867 en una plazuela en la intersección de las calles Cuba y Merced esto en la Habana Vieja. En tan señalada fecha se llena de fieles venidos de todas partes a honrar a la Virgen y a pedirle por sus familiares y amigos presos. Considerando la población penal de Cuba, la festividad se trasforma en un evento religiosos de multitudes que se agolpan dentro de la Iglesia; la mayoría de los fieles visten ropas blancas y la significación sincrética de la festividad se hace manifiesta.
El Rev. Ricardo Santiago Medina Salabarría, en una nota que aparece en su Blog sobre la Santísima Virgen de las Mercedes, señala lo siguiente:
Por la frecuente intercesión atribuida a por los presos y el mundo carcelario, Nuestra Señora de La Merced o La Santísima Virgen de las Mercedes, es proclamada Patrona de los Cautivos, su festividad es celebrada el 24 de Septiembre, su imagen viste de blanco, con un escapulario que lleva un escudo bordado en color rojo, que lleva una cruz al centro y es rematado por una corona real, en sus manos la imagen muestra cadenas rotas o esposas, como signo de la roturas de las ataduras, aplicable a la vida en pecado, algunas imágenes puede mostrar a Jesús o no y de llevar cargado al niño esté también viste el escapulario, la iglesia celebra su fiesta como Fiesta Mayor, con vestiduras blancas.
La Virgen de las Mercedes es una advocación mariana, esto es, una alusión mística relativa a apariciones, dones o atributos de la Virgen María. En tanto que en la religión yoruba, esta advocación mariana se corresponde con la deidad denominada Obatalá; que es el Orisha mayor, creador de la tierra y escultor del ser humano. Es la deidad pura por excelencia, dueño de todo lo blanco, de la cabeza, de los pensamientos y de los sueños. Hijo de Olofin y Oloddumare. Cuando Dios bajó a la tierra a ver lo que había hecho, bajó acompañado de su hijo Obatalá dice la leyenda. Tomo nota de este aspecto sincrético, porque allí en la Iglesia asisten aquellas personas creyentes de Obatala que ven en la imagen de la Virgen a la deidad yoruba que reverencian. Cada año la festividad de la Virgen de las Mercedes se convierte en un acto de fe y de solidaridad para con los presos políticos en Cuba. La fecha la han hecho suya las decenas de familiares de presos y los activistas de derechos humanos; los opositores se dan cita en la Iglesia para reafirmar su fe y expresar su solidaridad para con los cautivos por razones políticas, la asistencia ese día se convierte en un acto de reafirmación de la esperanza en una Cuba en libertad. Así lo vi por muchos años. Pero aquel año, el único al que asistí a la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes tuvo para mí un especial significado. De formación protestante no entendí pero acepté el reto de asistir a la festividad aquel año de 1991. Nos habíamos reunido en el apartamento de la calle Hornos donde además del dueño (¿Secundino Hernández?), unos pocos opositores nos dábamos cita. Formábamos el escaso Grupo Político de la APAL, que más tarde quedó solo así de simple: Grupo Político. Octavio Vladimir García Alderete, Adolfo Gómez Martínez, MFS (“Benigno”, aun residiendo en Cuba) y el que escribe estas líneas. Ese año se orientó darse cita en la Iglesia de la Merced a una hora determinada los miembros de los grupos de oposición. Vladimir aseguró que allí estarían los líderes de los grupos sobre todo los que formaban la Concertación Democrática Cubana en aquel momento. ¿Cómo sabemos quiénes son? Pregunté. Irán con una cinta negra en el brazo para poder ser identificados agregó Vladimir.
La Iglesia de la Merced.
Llegado el día fui a la Iglesia donde una muchedumbre se agolpaba dentro del templo, apenas se podía dar un paso y el calor y las voces acallaban los escasos rezos y los canticos. Muchas personas, sobre todo mujeres, trataban de subir por dos escaleras pequeñas que ladeaban el altar mayor. Por unos momentos salí al patio interior de la Iglesia y caminé por el exterior para comprobar la presencia de agentes del régimen vestidos de civil. Busqué insistente entre la muchedumbre, allí no había nadie con cinta negra en sus vestimentas; los demás miembros del grupo político tampoco estaban. Si había una rara sensación de festividad y desafío en los presentes. Cuando me encontraba en el patio interior un clamor sacudió la Iglesia, la Virgen movida de su pedestal era llevada en andas por un grupo de seminaristas católicos; una vuelta completa por el interior del templo avivo a la muchedumbre que sacaban sus pañuelos blancos y la saludaban a su paso; fue entonces que comenzó lo que primero fue un murmullo hasta convertirse en un clamor colectivo: “¡A la calle!”, “¡A la Calle!”. Ese era el deseo de tantos fieles, que la imagen de la Virgen saliera en procesión a la calle. Cuando era llevada por el pasillo central, la gente se abalanzó sobre los que cargaban la imagen mientras gritaban, ¡a la calle! , ¡A la calle!, el esfuerzo de los religiosos era enorme para evitar los empellones y manotazos de los que querían que saliera la imagen en procesión. ¡No puede ser, no, sería una provocación! Argumento entre gritos uno de los religiosos. La imagen dio media vuelta y volvió al altar. Sacar a la imagen de la Virgen de las Mercedes, ese día del año de 1991 habría sido un acto de desafío y rebeldía al régimen con resultados difíciles de imaginar de los cuales yo sería un testigo excepcional. Ese día caminé por algún tiempo reflexionando sobre la ausencia de los líderes que debían estar allí con sus cintas negras; pensé también cuan fugaz puede ser un instante de desafío y valentía. Llevaba un impreso que alguien me había dado en el templo al llegar, era la oración a la Santísima Virgen de las Mercedes, decía algo así que hasta hoy, realidad y mensaje, se repite en Cuba: Concédeme lo que, de corazón, te pido, para mí y para todos los que por distintas causas sufren el presidio. Te prometo vivir siempre agradecido a tus favores y amarte cada día más. Nuestra Señora de Las Mercedes, ruega por mí, y por todos los presos, y concédeles la gracia de ser liberados de las cadenas terrestres y las del pecado, por amor a Jesucristo tú hijo, que vive y reina por los siglos, de los siglos. AMÉN.
Publicado por Blogger para Religión en Revolución.
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