Un grave escándalo diplomático ha involucrado a oficiales del Servicio Secreto norteamericano entre los asignados a la protección de Presidente Obama. Ese incidente sucedió durante la llamada “Cumbre del Hemisferio” en Cartagena, Colombia. Parece que también algunos oficiales del Ejército Norteamericano participaron del incidente. El problema se originó cuando una prostituta en un Hotel de la localidad, demandara pago por sus servicios a uno de los miembros del Servicio Secreto. La prostitución es legal en Colombia.
La legalización de ese oficio, el más antiguo de la historia, tanto como la legalización del uso individual de drogas, constituye un debate universal que sin duda continuará cuando este cronista sea sólo un recuerdo, pero ese tema no es esencial a este artículo. Sin embargo, la palabra “prostituir” tiene una implicación carente de significado carnal o sexual y el diccionario castellano la define muy claramente.
La segunda definición de la palabra “prostituir” según la “Real Academia Española de la Lengua” reza así: “Dicho de una persona: Deshonrar, vender su empleo, autoridad, etc., abusando con bajeza de ella por interés o por adulación”. Si aplicamos esa definición con rigor, el presidente colombiano Juan Manuel Santos es el proxeneta de Colombia.
No es necesario recordar al amigo lector que el interés permanente de Colombia o de cualquiera otra nación de Sudamérica y el Hemisferio, es por necesidad antagónico al del antropomorfo de Caracas. Este último ha logrado comprar muchas conciencias obsequiando el patrimonio venezolano a diestra y siniestra. Recordemos que eso se logra no sólo con dinero, sino también con favores, actitudes y amenazas, vileza que ocurre a menudo en el mundo diplomático. Inicialmente Hitler logró conquistas por este medio.
Para suerte de Chávez, Sudamérica tiene exceso de “líderes” al mejor postor: En el primer plano de esa deshonrosa caterva están los jefes militares de las fuerzas armadas venezolanas.
Pero más allá de las fronteras del crudo, los gobiernos objeto de su largueza son adulones incondicionales de Chávez. Algunos de los más notorios son el del amanerado Presidente de Ecuador, el del “sin hueso frontal” de Bolivia y el del borracho pedófilo de Nicaragüa. Otros muchos no reciben subsidios directos ni prebendas que puedan señalarse, pero los aterrorizan las consecuencias de la influencia de Chávez, su probada inclinación a cooperar con la subversión marxista y la agitación de las manadas obtusas que arrastra por el narigón su lengua viperina.
Al presente la llamada “Organización de Estados Americanos” está presidida por un socialista chileno a quien Chávez llamara pública y propiamente “pendejo”. Este tipo debe esa posición a la influencia del mismo antropomorfo. El rastrero sujeto es otro proxeneta moral. También prostituye a ese organismo y a todos los figurones que en él dicen representar a sus respectivos estados. Muchos gobiernos del mundo adulan y cooperan con tiranías totalitarias, ostensiblemente sólo para avanzar sus intereses materiales inmediatos.
Este síndrome de cobardía no es nuevo, sino el mismo que sufrían por Castrolandia antes de que disminuyera la habilidad de subversión al alcance de La Habana . A este segundo grupo pertenecen al presente los gobiernos de todos los países de habla española del Continente.
Durante la presidencia de Álvaro Uribe, Santos estaba al frente del Ministerio de Defensa colombiano y el crédito por la resoluta destrucción de las narco-guerrillas pagadas y entrenadas tanto en Venezuela como en Ecuador, lo compartían juntos Santos y Uribe. Confieso haber caído en esa trampa, pero las únicas ventajas de los errores son experiencia, admisión y corrección.
Incluso antes de que Santos tomara la presidencia de Colombia, cuando su elección se veía inevitable tras la primera ronda electoral, empezaron los contactos tentativos (y secretos) entre Santos y el antropomorfo. Pero fue Santos quien tomó esa iniciativa y quien visitó Caracas. Ambos jefes de estado fumaron allí la pipa de la paz y el amor.
El descontento entre Uribe y Santos puede que sea legítimo, pero no tengo ninguna confianza en eso. Hace tiempo que no confío en ninguno de los dos. No olvidemos que Uribe visitó Castrolandia, supuestamente para “obtener ayuda diplomática” contra la narco-guerrilla colombiana que promovía el antropomorfo. Incluso el Ministro de Relaciones Exteriores colombiano de Uribe afirmó en esa época que “Cuba” trataba de fomentar la paz de la región. ¿Desconocía este desvergonzado que desde mucho antes de que Chávez fuera poder, Castro era responsable por la promoción y el entrenamiento de toda la narco-guerrilla que por ese entonces ya había masacrado a decenas de miles de colombianos?
Santos aduce que el comercio con Venezuela era más importante que cualquier disputa fronteriza y que el diferendo con Chávez amenazaba económicamente a Colombia. ¡Pamplinas! Santos sabe de sobra que a pesar de sus histéricas amenazas e insultos, el antropomorfo nunca realmente cerró por completo la frontera y que de haber suspendido las relaciones comerciales con Colombia, Venezuela era quien mucho más se habría perjudicado.
Careciendo de la riqueza petrolera vecina, Colombia es un país esencialmente productor de otros muchos renglones agrícolas e industriales que necesitan los consumidores de las naciones vecinas, especialmente Venezuela. Ese país vive prácticamente de la venta del crudo desde hace decenas de años. El despilfarro colectivista de Chávez, unido a la endémica corrupción ha convertido a Venezuela en un país muy vulnerable económicamente.
El antropomorfo ha amenazado también con suprimir todos los envíos de crudo a Estados Unidos. De toda la importación petrolera norteamericana, Venezuela representa menos del 10%. Por contraste, en toda la exportación de petróleo venezolano, la porción enviada a Estados Unidos supera el 40% (estadísticas del 2011). Aunque el mercado chino esté en crecimiento, si Chávez pudiera enviar a China una cantidad similar por igual precio, lo habría hecho desde hace tiempo. ¿Hay alguien en su sano juicio que le dé crédito a tales amenazas?
Con su visita a Castrolandia, dónde abrazó y casi besa al Hermanísimo Raúl, Santos demuestra sin la menor duda quién realmente es y por dónde viene. Su presencia en la reunión de Cartagena, en la que dedicó gran parte de su participación a defender los intereses de quienes han masacrado a miles de colombianos lo muestra de cuerpo entero.