Secuestro legal: cuando la ley ampara el crimen. Por Leandro Fleischer. leandrofleischer@yahoo.com.ar
¿Puede una ley ser injusta? Desde ya ¿Debemos respetar dicha ley? Claro que no. De lo contrario, no hubieran existido los famosos justos durante el Holocausto, quienes arriesgaron sus vidas al rebelarse contra el sistema impuesto por los Nazis y ayudaron a los judíos a ocultarse para evitar que fueran asesinados por aquellos que sí cumplían las órdenes dictadadas por un dictador psicópata. De hecho, si los civiles y militares alemanes, así como los de otros países europeos, hubieran aplicado el uso de la razón, negándose de esta manera, a cumplir los mandatos inmorales de los tiranos de la época, se podrían haber evitado las 60 millones de víctimas mortales que dejó la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, lamentablemente no son pocos los individuos que justifican cualquier atrozidad cometida hoy en día contra civiles inocentes, con la ridícula excusa de que la misma "es legal".
Yo he sido secuestrado, humillado y tratado como un criminal por los horangutanes armados encargados de hacernos cumplir con la ley, cualquiera esta sea, a quienes se conoce como policías.
Dos de estos inútiles con revolver, poder e impunidad para hacer lo que les dé la gana, se bajaron de un patrullero y comenzaron a interrogarme y revisar mis pertenencias. Incluso me obligaron a bajarme los pantalones en búsqueda de drogas ilegales.
Seguramente mi apariencia los hizo sospechar, pues tengo el cabello largo, barba y cuando no estoy en el trabajo, prefiero vestirme cómoda e informalmente. Ahora bien, juzgar a alguien por su apariencia es un acto primitivo, inmoral y extremadamente autoritario. De todos modos, el "radar" que utilizaron estos analfabetos, resentidos y violentos les funcionó y, en efecto, encontraron en mi bolso restos de marihuana (aproximadamente unos 3 gramos), que se habían caído de su envoltorio a mediados del año pasado y de los cuales desconocía su existencia. Es muy probable, incluso, que dichas sobras hayan quedado allí del viaje a Amsterdam (donde la marihuana está legalizada) que realicé en julio del 2009.
De todos modos, es irrelevante el origen y la cantidad de marihuana encontrada, sino la absurda y grotesca opresión a mis libertades individuales.
Los "honorables" agentes de la ley, revisaron también mi vehículo y me quitaron el celular, dejándome incomunicado por cuatro horas. Más tarde me trasladaron a la comisaría, donde continuó el interrogatorio y me amenazaron en reiteradas oportunidades con arrestarme si no les entregaba los datos sobre aquel que me había vendido la marihuana. Me pregunto si hubieran detenido al comerciante holandés a quien le compré el prodcuto.
Después del circo realizado por los gorilas azules, tres de ellos me trasladaron a mi domicilio, donde en unas de las situaciones más tensas y payasescas que me tocó vivir, revisaron cada centímetro de mi hogar, invadiendo mi propiedad privada y dejando la casa totalmente desordenada. En ese momento sentí una mezcla de rabia y frustración, pero sobre todo, vergüenza ajena.
Al finalizar la búsqueda, en la cual no pudieron encontrar nada de lo esperado, regresamos a la comisaría, donde continué demorado. Entonces sucedió lo inesperado. El simio ignorante que me detuvo en la calle, me confesó "no estar del todo de acuerdo con la prohibición de la marihuana" porque tiene que arrestar a gente de bien que no le hace ningún tipo de daño a terceros, por el simple hecho de fumar una planta. Por si esto fuera poco, reconoció algo ya por todos sabido: "los mafiosos más peligrosos están libres". Claro, la policía les teme a los verdaderos criminales, quienes se encargan de los negocios que los parásitos como los que me secuestraron y sus amos burócratas prohíben. Por lo tanto, no sólamente los mafiosos más peligrosos caminan libremente por la calle, sino que además son multimillonarios, mientras nosotros, la gente de bien, debemos pagarle el sueldo a la fuerza a quienes nos oprimen, lo que nos lleva irremediablemente, a estar ajustados económicamente y despojados de algunas de nuestras libertades individuales. Cuánta injusticia ¿Verdad? Otra pregunta que me hago es la siguiente: si el pobre hombre que me secuestró, no está de acuerdo con dicha ley ¿Por qué nos la impone la fuerza? Pues su respuesta es simple: "vivimos en un país donde hay leyes y mi trabajo es hacerlas cumplir". Claro amigo, del mismo modo se justificaron varios de los oficiales nazis ¿Y sabe qué señor policía? Yo les creo. Ellos también obedecían órdenes y no hubieran asesinado ni a una sóla persona de no haberlas recibido. Sin embargo no los justifico bajo ningún punto de vista. Y por más que el crimen de ellos haya sido bastante más grave que el suyo, usted también debería ser castigado, pero con una pena más leve desde ya, acorde a la gravedad de sus horrorosos actos.
El secuestro continuó con otro interrogatorio, esta vez con el comisario del zoológico, quien, a diferencia de los demás gorilas, no me interrumpió con amenazas de ningún tipo. Después de tomarme las huellas digitales, los mafiosos me liberaron después de seis horas de secuestro. Ahora tengo prontuario policial. La policía logró su objetivo: inventar criminales para justificar su sueldo, el cual es quitado de los ciudadanos a la fuerza para financiar a estas bestias. Por otro lado, el objetivo de los poderosos amos de los analfabetos armados, el cual consiste en generarle temor a los ciudadanos para que sean obedientes y pierdan todo interés de organizar una desobediencia civil en respuesta a sus acciones inmorales, nunca influirá sobre mí. Yo elijo no temerles, pues el miedo es lo que genera que los gobiernos se vayan agrandando y, por lo tanto, su autoritarismo se eleve, mientras que los derechos y libertades de la ciudadanía disminuyen.
A los burócratas no les importa el daño psicológico ni los inconvenitentes socio-económicos que pueda tener un individuo, quien debe sufrir lo que a mí me tocó vivir. Si no nos defendemos, estas aberraciones nunca terminarán. Para ello es absolutamente necesario perderle el miedo al poder y a sus armas de fuego y, sobre todo, entender que una ley injusta no debe ser respetada. Sin embargo, no quiero que se malinterprete el mensaje que deseo dejarle al lector. No me refiero a una oposición violenta, sino que por el contrario, totalmente pacífica, en la cual nadie obedezca las leyes que opriman nuestras libertades individuales.
Mi cuerpo me pertenece, no al Estado. Multar a alguien por no abrigarse en un día frío sería ridículo ¿Verdad? Y que me dicen de detener a una persona porque comió en exceso. Una locura, sin dudas. Pues entonces ¿por qué no puedo fumar, aspirar, ingerir, inyectarme o cortarme lo que yo quiera? ¿Quién se cree que tiene el derecho a castigarme por no seguir un modo de vida en especial? ¿Por qué está prohibido "derrochar" mi dinero en el casino de manera voluntaria, pero está permitido que me asalten a mano armada para mantener a cantidades industriales de parásitos en contra de mi voluntad?
El secuestro que me tocó vivir, me sucedió en Israel, país donde resido. Sin embargo, mi crítica no está dirigida solamente al Estado judío, sino a la gran mayoría de los sistemas del mundo.
Desde ya que en las dictaduras islámicas y socialistas, la realidad es mucho peor, pero no por ello debemos dejar de reconocer los errores cometidos por los países que pertenecen al sistema occidental. Estos deben ser un ejemplo de libertad en todos los aspectos, no a medias. No tendría sentido alguno pedir por el cese de los ahorcamientos a homosexuales en Irán, por ejemplo, porque nos asesinarían en el acto. Sin embargo, no creo que en países como Israel o Estados Unidos, sea descabellado pensar que las prohibiciones inútiles e inmorales de hoy, dejen de existir algún día. Por lo menos tenemos la libertad de pedirlo y de pelear por ello, sin acabar en prisión o en la horca.
Comprendo la necesidad de seguridad que tiene Israel y, es por ello, que no me resisto cuando me revisan el bolso y me pasan por el cuerpo un detector de metales, antes de ingresar a un lugar con una gran concentración de personas. Incluso, estaría dispuesto a que se me realicen más chequeos, si existe una leve sospecha de que puedo poner en peligro la integridad física de terceros. Ahora bien, si los agentes de seguridad, en lugar de explosivos, encuentran marihuana, cocaína, pastillas anti-ronquidos o milanesas, no pueden aplicarme ningún tipo de castigo. De lo contrario, se estarían convirtiendo en criminales, estén amparados o no por la ley.
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